EL PAíS › PARA LA FISCALIA DEL CASO AMIA SE PROBO QUIEN CONDUJO LA TRAFIC
El suicida ya tiene un nombre
Los fiscales Nisman y Martínez Burgos anunciaron que un libanés de 21 años, Ibrahim Hussein Berro, manejaba la camioneta que estalló en la AMIA. Se basan en relatos de sus hermanos, fotos y un identikit. Aun no hay pruebas de ADN ni cruces telefónicos que avalen su paso por Argentina.
Por Raúl Kollmann
La fiscalía especial del caso AMIA sostuvo ayer que está probado judicialmente que el suicida que manejaba la Trafic que estalló en la AMIA fue Ibrahim Hussein Berro, un joven libanés de 21 años, miembro de la organización Hezbollah. El dato ya figuraba en un informe de inteligencia que la SIDE elaboró en enero de 2002 y que se basó principalmente en datos aportados por el Mossad israelí. Los fiscales Alberto Nisman y Marcelo Martínez Burgos agregan ahora, en colaboración con el FBI norteamericano, el testimonio de dos hermanos de Berro, Hassan y Abbas, que hoy viven en Detroit, Estados Unidos. Ambos contaron que Hezbollah anunció la muerte de Ibrahim en septiembre de 1994, dos meses después del atentado contra la AMIA, pero señalando que cayó en un ataque israelí. Los hermanos Berro concurrieron al entierro pero no se inhumó ningún cuerpo, una práctica habitual de Hezbollah cuando quiere honrar a quien considera un mártir pero sin revelar en qué circunstancias murió. Las evidencias recolectadas por los fiscales no son aún del todo contundentes.
Para decir que Berro actuó en la Argentina, los fiscales se basan en que el informe de la SIDE sostiene que estuvo en la Triple Frontera y en que la testigo Nicolasa Romero, que fue la única que vio pasar la Trafic, dictó un identikit que la Policía Federal dictaminó que puede corresponderse con una foto de Berro que entregaron sus hermanos. Las pruebas sobre la identidad del suicida serían más fuertes si un estudio de ADN o un entrecruzamiento telefónico demuestran que estuvo en el país.
La identificación del suicida tiene importancia política internacional. Si fue Berro, fue Hezbollah y fue Irán, ya que la organización libanesa tiene dependencia total del régimen de Teherán. El dato de que el suicida respondía a Teherán serviría para sindicar más todavía al régimen de los ayatolas como terrorista (ver aparte).
Estas son las evidencias que llevan a Nisman y Martínez Burgos a dar por probado que Berro fue el suicida, en consonancia con el informe SIDE-Mossad:
- La familia Berro estaba integrada por un padre militante de Al Fatah, la organización que lideraba Yasser Arafat, y ocho hijos. Uno de ellos, Assad, se inmoló en un ataque contra los israelíes en 1989, mientras que otro falleció en 1995, en un enfrentamiento armado de Hezbollah también con tropas israelíes. La esposa de Assad es mantenida hasta hoy por Hezbollah con un subsidio de 300 dólares. Un tercer hermano, Alí, que trabaja en un hospital de Hezbollah, habría captado a Ibrahim para la organización.
- Pese al carácter revolucionario de la familia, dos hermanos Berro se fueron a vivir al seno del Gran Satán, Estados Unidos, más precisamente a Detroit. Hassan, el mayor, se radicó allí en 1985, nueve años antes del atentado a la AMIA, pero Abbas lo hizo en 1996, dos años después.
- El 9 de septiembre de 1994, Hezbollah anuncia la muerte de Ibrahim a través de una emisión de radio Nur, sosteniendo que el deceso se produjo a raíz de un bombardeo de la aviación israelí en el Líbano. Hassan viajó al entierro y Abbas, que seguía viviendo en su país de origen, también estuvo. El dato al que Nisman y Martínez Burgos le dan máxima importancia es que el funeral se hizo sin cuerpo alguno. En su declaración ante los fiscales argentinos y ante la fiscal especializada en contraterrorismo de Michigan, Bárbara Mac Quade, los hermanos Berro dijeron que su familia no reclamó el cuerpo ni averiguó si el bombardeo existió o no. Hassan y Abbas argumentaron que cuando Hezbollah afirma algo, eso es así, no se discute ni se averigua, por más llamativo que pueda parecer.
- Lo que sí estuvo siempre claro es que Ibrahim se había hecho un activo integrante de Hezbollah. Cuando su hermano protagonizó el ataque suicida de 1989, Ibrahim –entonces tenía 16 años– dejó el colegio y empezó a desaparecer. Tras su muerte, a los 21, los Berro confirmaron –según dicenlos hermanos residentes en Estados Unidos– que sus ausencias se debieron a entrenamientos de la organización. El otro hecho categórico es que en el entierro de Ibrahim estuvo uno de los máximos referentes de Hezbollah, Hassan Nasralah, además de que fue cubierto por la televisión libanesa.
- Abbas, el hermano que vivía por entonces en El Líbano, cuenta que la última vez que vio a Ibrahim fue en marzo o abril de 1994, tres meses antes del atentado contra la AMIA. Los fiscales suponen por ello que en ese lapso se trasladó a la Triple Frontera y luego condujo la Trafic contra el edificio de la mutual judía.
- El padre de los Berro murió este año y a su entierro también concurrió Nasralah, quien dijo en su discurso de despedida que “debía honrarse al padre que crió dos hijos que perpetraron ataques suicidas”.
Página/12 evaluó estos datos con varios protagonistas del juicio oral del caso AMIA y todos coinciden en que se confirma que Ibrahim era militante de Hezbollah, que seguramente murió en una operación que esa organización no quiso reconocer como propia, algo habitual porque Hezbollah, que en verdad es un partido parlamentario libanés, tiende a esconder su accionar clandestino y por esa razón suele hacer entierros sin cuerpos. Pero hasta allí no surgen elementos categóricos que ubiquen a Berro en estas tierras.
Este diario le preguntó al fiscal Nisman si los hermanos Berro manifestaron en Detroit tener alguna idea o evidencia de que Ibrahim anduvo por esta zona del planeta a lo que el fiscal contestó que no. Los hermanos Berro, dijo, sólo se enteraron después por los diarios que Ibrahim pudo tener relación con el atentado de Buenos Aires.
Nisman y Martínez Burgos expusieron entonces la segunda parte de su pesquisa: las evidencias que situarían a Berro en la escena del atentado.
Para ello tomaron en cuenta el testimonio –considerado dudoso por muchos– de María Nicolasa Romero, una enfermera que llevaba a su hijo Nahuel al jardín aquel lunes a la mañana. Ella declaró que iba caminando por la calle Pasteur y estaba a punto de cruzar Tucumán cuando la Trafic dobló frente a sus narices en dirección a la AMIA. El giro fue tan brusco que tuvo que subir otra vez a la vereda y alcanzó a ver nítidamente al conductor: “Quería putearlo”, declaró. En aquel momento, Nicolasa hizo un identikit que consideró fiel en un 90 por ciento y ahora los fiscales compararon aquella prueba con dos fotos de Ibrahim suministradas por los hermanos de Detroit. La pericia la realizó la división Individualización Criminal de la Policía Federal. Respecto de la primera foto, tomada a los 20 años –o sea, uno antes de su muerte–, los peritos dijeron que existe un llamativo grado de similitud pese a que la foto es borrosa e Ibrahim tenía bigote en ese momento, que se habría sacado al momento del atentado porque el hombre del identikit no tiene barba. La segunda foto fue tomada cuando Ibrahim tenía 16 años. En esa toma, el joven Berro aparece más de frente y los expertos determinaron que se podría tratar de la misma persona del identikit. Para hacer estos estudios se evalúan las cejas, ojos, nariz, línea de inserción del cabello, labios y rostro.
La última evidencia fue un reconocimiento de fotos que hizo Nicolasa, una diligencia difícil porque ya habían transcurrido once años. Primero le presentaron cuatro fotos, entre ellas una de las suministradas por los hermanos. La enfermera no pudo reconocer al sindicado como suicida. Luego se le presentaron otras cuatro fotos, mezclando entre ellas la segunda foto conseguida en Detroit. Tampoco la mujer pudo reconocer a Berro. Luego, el juez y los fiscales le mostraron a Nicolasa el identikit hecho por ella después del atentado, tras la cual le volvieron a exponer las fotos. Ahí sí, la enfermera señaló la de Berro.
Los fiscales dan por probado que el suicida fue Berro, aunque anunciaron que están a la búsqueda de otras pruebas importantísimas. La primera es un estudio de ADN. Uno de los hermanos de Detroit aceptó sacarse sangre para que se establezca el ADN. Esa muestra se compararía con unas pocas manchasencontradas en el pedal de la camioneta y en una alfombra del vehículo. En principio, aquellas manchas no se pudieron peritar por ser insuficientes para establecer el ADN. Pero la tecnología avanzó y se hará un nuevo intento. Además, existe una bolsa con restos humanos sin reconocer que corresponden a cuatro cuerpos. También se hará la comparación de los ADN.
La otra prueba clave son tres números telefónicos que los hermanos le dieron a los fiscales y que eran utilizados por la familia en tiempos del atentado. Si un cruce de llamadas establece que de allí se llamó a Buenos Aires o de Buenos Aires a esos números la evidencia sería mucho más sólida.