EL PAíS › BRINZONI TAMPOCO QUERIA DECIR LO QUE DIJO
El juego de las lágrimas
Por segunda vez en un año, Brinzoni pidió disculpas a la colectividad judía y explicó que no era antisemita sino ignorante. En una carta a la DAIA confesó que no conocía la obra de Shakespeare que citó para eludir un pedido de perdón a Timerman.
Por Horacio Verbitsky
Por segunda vez en un año el jefe del Ejército presentó sus excusas a la colectividad judía por actitudes antisemitas que según sus explicaciones habrían sido involuntarias. En una carta enviada ayer al presidente de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas, el general Ricardo Brinzoni alegó que no padecía de antisemitismo sino de ignorancia. Dijo que lamentaba haber citado la obra de William Shakespeare El mercader de Venecia y explicó que cuando lo hizo “desconocía absolutamente que tuviera contenidos antisemitas y significase, por lo tanto, un doloroso y profundo agravio a la sensibilidad de la grey judía”. Brinzoni respondió así a la intimación de la DAIA, que la semana pasada boicoteó los actos por el Día del Ejército y le exigió una “rectificación pública”. Según su carta “reconozco mi equivocación y espero que, superada la actual situación, podamos continuar el camino que venimos transitando juntos”. En mayo de 2001, Brinzoni ya se había excusado con la DAIA por la designación del apoderado del neonazi Partido del Nuevo Triunfo, Juan Enrique Torres Bande, como su representante. Entonces dijo que desconocía esa actividad pública de su abogado de confianza.
En la nueva nota a la DAIA, Brinzoni dice que invitó al periodista Héctor Timerman a pronunciar una conferencia ante oficiales del Ejército con la intención de propiciar “un camino creciente de diálogo”. Timerman le contestó que antes de aceptar la invitación era preciso que Brinzoni, en nombre del Ejército, pidiera perdón frente a la tumba de su padre, quien en 1977 fue secuestrado por tropas al mando de un coronel, torturado, despojado de su diario La Opinión y expulsado del país, bajo el cargo de ser judío. Brinzoni no respondió. Recién cuando Timerman dio a conocer el episodio en una revista y en un programa de televisión, el jefe del Ejército le respondió con una carta antedatada. El domingo, Mariano Grondona dijo en su programa de televisión que ya el antecesor de Brinzoni, Martín Balza, había pedido perdón por los crímenes de la guerra sucia y que Timerman se equivocaba al reclamar una disculpa dirigida específicamente a sus padres. Esa es la doctrina predominante en el Estado Mayor, que Brinzoni hizo explícita al asumir: ya basta de autocríticas y, por supuesto, de juicios.
Por eso, en vez de contestar al expreso pedido de disculpas de Timerman, Brinzoni le recomendó la lectura de El mercader de Venecia, con una cita trunca tomada del resumen Shakespeare para generales. Esa obra, escrita entre 1596 y 1597 presenta la historia de un judío al que un gobernante cristiano amenaza con la confiscación de sus bienes si no se convierte. Brinzoni abundó en consideraciones sobre el perdón, invocando una doctrina católica que tampoco conoce. Dijo que los cristianos perdonan cualquier ofensa, aunque el ofensor no se haya arrepentido con sinceridad. Pero la Comisión Ejecutiva del Episcopado sostiene que no se puede considerar arrepentido a quien no practica el “reconocimiento de los yerros, su detestación y la búsqueda de posibles caminos de reparación”.
Fuentes castrenses difundían en forma extraoficial que la frase de Shakespeare fue tomada por una asesora del Estado Mayor de una página de Internet con citas sobre la compasión. No hay motivo para dudar de la sinceridad de Brinzoni cuando dice que no tenía la menor idea de lo que firmaba, pero no puede decirse lo mismo de quien le acercó la hoja y la lapicera, a quien el jefe del Ejército no identifica. El párrafo citado por Brinzoni es cualquier cosa menos ingenuo y concluye con estas palabras: “Entonces, judío, aunque tu reclamo sea justo, ten esto en cuenta: ninguno de nosotros debería ver la salvación en la justicia. Oremos por el perdón”. Es Timerman quien debería perdonar al Ejército y no a la inversa, pretenden el mensaje y todas sus secuelas.
El 29 de mayo, la Delegación de Asociaciones Israelitas boicoteó los actos del Día del Ejército y el 31 envió una dura nota a Brinzoni, firmada por su presidente José Hercman y su secretario general, Julio Toker, en la que le reclamó una “rectificación pública, que permita superar la situación planteada”. La carta de la DAIA expresó “el malestar y la preocupación de la comunidad que representamos por el contenido de la nota que usted le hiciera llegar al señor Héctor Timerman, de público conocimiento. El haber citado y recomendado la lectura de la obra El mercader de Venecia, ejemplo paradigmático de literatura antisemita, utilizada durante generaciones para difamar e incitar al odio y a la persecución, ofende y lastima nuestra sensibilidad”. Añadió que en el seno de la institución que conduce Brinzoni hay “resabios de prejuicio y discriminación” que “han dificultado y muchas veces enturbiado la relación entre la misma y nuestra comunidad”.
En su respuesta difundida ayer, Brinzoni dice que la lista de disertantes en el curso al que invitó a Timerman muestra “desde siempre” lo que Brinzoni llama “el pluralismo político, ideológico y religioso que anima al Ejército”. No fue esa la experiencia del padre de Timerman, quien en su libro autobiográfico Prisionero sin nombre, celda sin número narró el ensañamiento especial de sus captores con las víctimas judías. La carta de Brinzoni a la DAIA añade que al invitar al hijo del ex director de La Opinión también tenía “el propósito de profundizar el diálogo”. Sin embargo, hasta ayer seguía sin responderle al más legítimo interesado en el caso, que es Héctor Timerman. Coincide en esto con el ministro de Defensa Horacio Jaunarena, quien tampoco le contestó al rabino Daniel Goldman, quien había cuestionado otra referencia de Brinzoni que implicaba el carácter confesional católico del Ejército. La carta de Goldman a Jaunarena fue publicada en medios de difusión de Estados Unidos, desde donde el rabino ha recibido comunicaciones de inquietud por la situación y de solidaridad. Para tranquilidad de algunas malas conciencias ahora que el jefe militar se ha pronunciado los matutinos Clarín y La Nación podrán referirse al tema, que durante dos semanas ignoraron, cuando las únicas fuentes a citar eran Timerman y las autoridades comunitarias judías. Este silencio implica una leve mejoría respecto de su conducta de hace veinticinco años, cuando apoyaron sin pudor el atropello que el Ejército cometió contra Jacobo Timerman. Tal vez dentro de otro cuarto de siglo hayan madurado lo suficiente como para reconocer un acto de antisemitismo antes de que el Ejército se disculpe.