EL PAíS › REACCIONES A LAS DECLARACIONES DEL PRESIDENTE URUGUAYO
Batlle tenía razón y no hay rencor
Una mayoría de argentinos piensa que el vecino tuvo razón cuando habló de “chorros” y que se refería a los políticos, no a todos los argentinos. Casi nadie siente rencor contra Uruguay, aunque el 40 por ciento dice que el Gobierno hizo bien en pedir explicaciones. Un 20 por ciento piensa que había que hacer “nada”.
Por Raúl Kollmann
“El presidente uruguayo Jorge Batlle es casi argentino. Vivió acá, es hijo de argentina y como tal ejerce uno de los deportes argentinos: la autodenigración. La ejercieron Alberdi, Sarmiento, Perón, Borges y la autodenigración figura como la tercera zoncera entre las zonceras criollas de las escribió Arturo Jauretche. Es el sueño de grandeza de la oligarquía rioplatense que vive con resentimiento un país distinto al que ambicionaban, lleno de italianos, gallegos y judíos. En las palabras de Batlle hay eso, un exabrupto personal, y no un cálculo destinado a hacer campaña para el Alca o una jugada a favor de banqueros, Menem o quien sea.” Con este diagnóstico, el consultor Enrique Zuleta Puceiro volvió a abrir la polémica sobre los dichos de Batlle –”los argentinos son ladrones desde el primero hasta el último”– y al mismo tiempo explicó la reacción que se percibe en una encuesta realizada por la consultora que encabeza, Ibope OPSM.
El trabajo, al que tuvo acceso exclusivo Página/12 exhibe datos significativos:
- Casi el 60 por ciento está de acuerdo con la frase de que “son ladrones desde el primero hasta el último”.
- Igual la enorme mayoría piensa que Batlle se refería a los políticos y no a los argentinos en general.
- Dos de cada tres personas piensan que Uruguay tiene responsabilidad en la corrupción por haber recibido depósitos de argentinos que se llevaron el dinero al exterior.
- El 60 por ciento consideró que Batlle dijo lo que piensa, tuvo una explosión temperamental, está mal de la cabeza o fue engañado por los periodistas. Sólo el 20 por ciento cree que dijo lo que dijo en el marco de una estrategia calculada.
- Muy poquitos, apenas el 5 por ciento, se sienten verdaderamente ofendidos y dicen que sus sentimientos hacia el Uruguay cambiaron.
En las últimas horas, las declaraciones de Batlle volvieron a desatar polémicas. Por un lado están los que dicen que el presidente uruguayo sabía muy bien lo que estaba diciendo y que quiso hacer públicas esas declaraciones como forma de operar a favor del Alca, o sea el libre mercado continental propuesto por Estados Unidos, y hacer explotar el Mercosur preocupado por el contagio de las crisis que afrontan Argentina y Brasil.
Paralelamente, también están los que tienen otra teoría conspirativa. Batlle quiso hacer esas declaraciones porque es un hombre ligado a los banqueros, al cuestionado David Mulford y a Carlos Menem y entonces explotó contra Eduardo Duhalde para defenderlos.
“Para la mayoría de los argentinos, Batlle dijo un lugar común, algo que se dice habitualmente en las casas. Eso se ve en la encuesta –insiste Zuleta–. Tiene que ver con la autodenigración típica de los argentinos y los rioplatenses. Por eso, todo indica que fue un blooper, un grotesco, donde el presidente uruguayo dice lo que siempre dicen los argentinos sobre sí mismos. La oligarquía siempre pensó que éste era un país bárbaro que debía civilizarse y por ello transmitieron disconformidad, bronca, resentimiento. Yo no creo, y la gente tampoco, que hubo una maniobra conspirativa. Se ve en la encuesta: sólo el 20 por ciento cree que hubo una estrategia calculada de Batlle.”
Para Zuleta, “tal vez lo que más llama la atención es la reacción hipócrita y acartonada de la dirigencia argentina. Hubo conferencias de prensa, información dramática, solemnidad y toneladas de hipocresía. La dirigencia, oficialista y opositora, se perdió la oportunidad de reírse un poco de sí misma y de responder con humor”. Lo cierto es que en este terreno están divididas las opiniones sobre la respuesta que había que dar al incidente. Cuatro de cada diez personas consideraron que el Gobierno actuó bien pidiendo explicaciones y no convirtiendo el tema en una gran batalla, pero casi la misma proporción -cuatro de cada diez– se inclinaba por no dar ninguna respuesta e incluso por reconocer que Batlle tiene razón.