Los arroceros brasileños pedirán aplicar el acuerdo de salvaguardias aprobado esta semana entre Argentina y Brasil, con lo cual pueden ser los primeros beneficiarios de ese mecanismo que, paradójicamente, fue concebido fundamentalmente para defender a la industria argentina de la invasión de productos de su vecino.

Según José Peter, titular de Federarroz (Federación de Arroceros del estado de Rio Grande Do Sul), su país consume 13 millones de toneladas anuales y, pese a que la producción nacional cubre totalmente la demanda, se importan entre 600 mil y 1,2 millón de toneladas del Mercosur, de las cuales 250 mil provienen de la Argentina. Como agravante, el precio de importación es de 7 a 8 dólares la bolsa de 50 kilos de arroz cáscara tipo 1, valor que según los arroceros brasileños es inferior a su costo de producción, que se situaría en aproximadamente unos 12 dólares.

Con este planteo, la Federación podría solicitar que se ponga en marcha el Mecanismo de Adaptación Competitiva (MAC), acordado por las administraciones argentina y brasileña el miércoles pasado. La primera condición para activarlo es que un núcleo no menor al 35 por ciento de los productores del sector afectado por las importaciones denuncie la existencia de un daño o amenaza de tal. Bajo la fiscalización de la Comisión de Monitoreo Bilateral se iniciará entonces una ronda de consulta entre los productores rivales y, de no llegar a un acuerdo, entonces se abriría una investigación que puede derivar en la imposición de salvaguardas: cupo y aranceles a las compras que se realicen por encima de él.

El sistema fue promovido, paradójicamente, por las autoridades argentinas a instancia de los productores locales que pertenecen a los sectores identificados como “sensibles”, calzados, textiles o productores de línea blanca, entre otros, esperanzados de que por esta vía se podría limitar la competencia de la producción brasileña.