Esta vez, Felisa Miceli evitó una alusión directa a su predecesor en el cargo, pero la ministra aprovechó un acto en la provincia de Buenos Aires para ratificar el rumbo de la economía. En los hechos, sus dichos se transformaron en otro cruce, un tanto menos estruendoso, con Roberto Lavagna. Miceli habló en la inauguración de una planta de calzado en el partido bonaerense de San Fernando. Hizo una enumeración de los logros de su gestión: mencionó la caída en la tasa de desempleo, el crecimiento de la economía y el superávit fiscal. “Los indicadores económicos, lo que ustedes leen en los diarios, hablan de estas realidades que se repiten en todo el país”, dijo. Y pronto añadió que esos indicadores “se traducen en que hay inversiones que producen más empleo, que generan más facturación, mayor recaudación impositiva, lo que permite afrontar mejor las responsabilidades del Estado con sus jubilados, con sus trabajadores, con los servicios que tiene que prestar a la población en salud y educación”. La ministra, además, ratificó la permanencia de un tipo de cambio competitivo. Al respecto, reseñó que, durante la convertibilidad, el sector del calzado, al que pertenece la fábrica inaugurada, “estuvo a punto de desaparecer” y que ahora, en cambio, aparece como uno de los más pujantes.