Sábado, 9 de diciembre de 2006 | Hoy
El sacerdote Marcelo Martorell, un amigo confeso de Yabrán, asumió en el obispado de Puerto Iguazú en reemplazo de Joaquín Piña.
El obispo Joaquín Piña, hacedor del triunfo opositor en Misiones en las recientes elecciones para convencionales constituyentes, ya tiene un sucesor con opinión propia. El designado obispo de Puerto Iguazú, Marcelo Raúl Martorell, manifestó que no participará en política y que no integrará el Foro Unidos por la Dignidad, que es la continuidad del frente social que pusiera fin al proyecto reeleccionista del gobernador Carlos Rovira. En una improvisada rueda de prensa, a poco de su llegada a esa ciudad misionera, Martorell –un amigo confeso del fallecido empresario Alfredo Yabrán– consideró que “lo del 29 de octubre fue un acto patriótico, pero en cuestiones políticas no voy a meterme porque mi misión como obispo es esencialmente evangelizadora”.
El religioso dijo que no participará de ese foro “ni de ningún movimiento político”. Según aclaró, “tampoco tomaré postura por ahora sobre el accionar del gobierno porque no lo conozco en profundidad, sólo a través de los medios”. Martorell destacó la actitud y el compromiso social de su antecesor Joaquín Piña, “pero quiero que quede claro que yo vengo a continuar la tarea pastoral de evangelizar, porque no toda su actividad estuvo ligada a la vida política”. El sacerdote expresó que valora lo de Piña, pero enfatizó que “hay que asumirlo como algo circunstancial, ya que la misión del obispo es predicar el Evangelio y llevar la palabra de Dios”. No fue la primera vez que el religioso se pronunció sobre el Ejecutivo provincial. Días atrás, consultado sobre si coincidía con su antecesor cuando definió el proyecto de Carlos Rovira como una “dictadura”, respondió tajante que “por supuesto”.
Martorell es un sacerdote cordobés que fue colaborador directo del cardenal Raúl Primatesta, y que no niega su buena relación con el arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio. Ayer fue consagrado oficialmente en la catedral de la Virgen del Carmen por parte del nuncio apostólico Adriano Bernardini. Participaron de la ceremonia otros obispos de distintas partes del país, entre ellos Emilio Ogñenovich, de la diócesis de Luján Mercedes, cuestionado por su actuación durante la dictadura militar.
Piña había presentado su renuncia en mayo de 2005 por haber llegado a la edad límite de 75 años y esperaba que el papa Benedicto XVI se la aceptara y nombrara a su sucesor a fin de año. Pero los tiempos políticos aceleraron los eclesiásticos. A principios de octubre, el Vaticano confirmó que aceptaba su dimisión y fue entonces cuando Piña afirmó que el alejamiento de la diócesis de Puerto Iguazú lo dejaba “más libre todavía para acompañar a la gente del Frente Unidos por la Dignidad”, que lo llevó como primer candidato a convencional constituyente en contra de la reforma que impulsaba el gobernador Rovira, con el apoyo del gobierno nacional.
Tras su triunfo del 29 de octubre, el obispo expresó que “es una fecha que habría que inscribirla en el calendario” y “recordarla como la de 1813, cuando se abolió la esclavitud”, en referencia a la Asamblea General Constituyente celebrada aquel año. Y agregó que el hecho podría ser “el fin de los gobiernos feudales”.
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