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No se trata de piqueteros, ni de militantes de izquierda. Tarde pero seguro. Luego de la airada reacción del presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, a los dichos del titular del Tesoro norteamericano, Paul O’Neill –en los que afirmaba que el apoyo financiero tenía que ayudar a resolver los problemas económicos de los países y no engrosar depósitos bancarios en Suiza–, también se escuchó la voz de los hombres del oficialismo. “Los gasistas y carpinteros argentinos no tienen cuentas en Suiza”, dijo la titular del Ministerio de Trabajo Graciela Camaño, apelando a la ironía. En Diputados, el salteño Juan Manuel Urtubey pidió que se declare a O’Neill persona no grata. “Las declaraciones de O’Neill etiquetan y estigmatizan a toda una dirigencia política, midiendo a todos sus componentes con la misma vara”, dijo Urtubey. “¿De qué se asusta Paul O’Neill con respecto a los países latinoamericanos?”, se preguntó el bonaerense Lorenzo Pepe. Antes no había dudado en criticar al funcionario norteamericano diciendo que “predican la moral con la bragueta abierta”.