Viernes, 27 de julio de 2007 | Hoy
EL PAíS › UN ESTUDIO PRIVADO PONE EN DUDA LAS MEDICIONES
Un trabajo de la Sociedad de Estudios Laborales relativiza la mejora en los indicadores de pobreza e indigencia arrojado por las mediciones oficiales en el primer semestre del año. Según el texto, en el supuesto que el incremento en el valor de la canasta básica hubiera sido mayor al denunciado por los registros del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, tal como sospechan los técnicos del SEL, casi ningún ciudadano hubiera podido ascender y trasponer las líneas que marcan las fronteras de aquellas desventajosas categorías.
De acuerdo con las mediciones del Indec referidas a los primeros seis meses del año, la indigencia habría caído poco menos de 1 punto y la pobreza cerca de 3 con respecto al último semestre del 2006. “Pero si el aumento de la canasta básica fue mayor que el publicado –destaca el texto del SEL–, la mejora habría sido más acotada y eventualmente podría haberse anulado”, señala la consultora que dirige el economista y sociólogo Ernesto Kritz.
El texto privado recuerda que la canasta básica de alimentos que mide el Indec tuvo en junio un costo de 139 pesos, mientras que la valuación de la misma con precios relevados en el mercado, efectuada por el SEL el mes anterior, arrojó un monto de 152,04 pesos. Una tercera medición, hecha por la consultora Equis, dio para junio un importe aún mayor, de 152,40 pesos, lo que funda las dudas con respecto a la consistencia de los datos oficiales.
Según el SEL, la canasta de consumos que sirve para delimitar a quienes son pobres se incrementó un 14 por ciento en el primer semestre del año. Con esa suba no sólo se habría quebrado la tendencia declinante de la pobreza, sino que ésta habría aumentado.
Para Kritz, “un cálculo simple muestra las implicaciones para la medición de la pobreza: con los datos reportados por el Indec, en junio la línea de pobreza para el adulto equivalente fue de 298,86 pesos. Pero con la valuación independiente de la canasta básica de alimentos y con el coeficiente de expansión de los gastos no alimentarios, aquel valor de referencia subiría a 332,188 pesos. Es decir, un 11,4 por ciento por encima de la medición oficial.
Para examinar el efecto de la inflación sobre la evolución de la pobreza, los técnicos privados también consideraron la evolución de los ingresos: el familiar promedio habría subido un 11,8 por ciento. Menos que la canasta.
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