Sábado, 28 de julio de 2007 | Hoy
EL PAíS › SIN GRANDES APOYOS, BLUMBERG SE LANZO PARA LA GOBERNACION DE BUENOS AIRES
El empresario no pudo presentar respaldos de dirigentes nacionales. Distanciado de Macri, habló bien del peronismo opositor de Menem y Rodríguez Saá. Mostró una encuesta en la que sale bien parado y habló de la inseguridad. “Tomen mi palabra como un juramento”, dijo el falso ingeniero ante su público.
Por Werner Pertot
“Mi lucha –tituló– es incondicional. Somos la opción a veinte años del fracaso.” Con esa frase, el inyenieri Juan Carlos Blumberg entró en la política. Lo hizo en un bunker improvisado para la ocasión con banderas argentinas y carteles rojos y blancos que decían “Blumberg gobernador”, sin ningún sello partidario. Rodeado por una tribuna pesada de militantes bonaerenses –que abucheó y silbó a más de un periodista–, Blumberg prometió “dar una batalla sin cuartel” contra “el maldito aparato de la provincia” y ponerle fin a la inseguridad. “¡¡Tengo las pelotas para ser gobernador!!”, bramó en medio de un discurso, en el que endulzó al sector jurásico del peronismo y tomó distancia del jefe Mauricio Macri.
Cinco agentes de seguridad pedían identificaciones en la puerta del edificio en Corrientes 848, donde se encuentra el nuevo bunker del padre de Axel. Arriba, los uniformes se convertían a camperas de cuero. El público lo componían ex policías, vecinalistas paleozoicos y señoras bien arregladas. Todos se pusieron de pie y aplaudieron cuando ingresó Blumberg, mientras sonaba Diego Torres con su “Color esperanza”.
“Realmente, no soy político”, se disculpó Blumberg, para indicar que iba a leer lo que tenía pensado decir. A su lado, un Power Point recordaba las imágenes de las movilizaciones que convocó, mientras un grupo de carteles traían palabras incorporadas al diccionario en busca de corrección política, como “inclusión social” o “educación” junto a la infaltable “seguridad”. No lo acompañaban dirigentes de ningún partido, sino sus asesores. Entre ellos, el legislador electo Gerardo Ingaramo.
“He tomado la decisión de pelear por la vida desde la política como candidato a gobernador. Tomen mi palabra como un juramento”, afirmó el falso ingeniero. La frase quedó a medio camino entre su nuevo rol de candidato y el de padre de una víctima. Sin embargo, no recordó a su hijo. Tampoco se refirió a su abogado Roberto Durrieu, quien fue mencionado en la carta de un represor como “parte del todo” de la dictadura.
De todas formas, ensayó una serie de planteos a tono con su defensor (“la inseguridad reina por doquier, la droga gana más territorio”) y reiteró las cifras de delitos que maneja su fundación. “Han podido solucionarlo en otros países: la Nueva York mugrienta y sucia o la España que le dijo no al terrorismo”, destacó.
–Hablás de los chorros, pero te faltó sumar a los políticos –le apuntó uno de sus seguidores. Blumberg sonrió. Los aplausos crecieron, mientras algunos miraban mal a los periodistas, que no aplaudían.
El candidato enumeró los datos de una encuesta que lo da segundo en la provincia, que habría sido pagada por uno de los menemistas que lo impulsa: el ex embajador de Carlos Menem ante el Vaticano Esteban “Cacho” Caselli. Cada frase de Blumberg traía automáticamente una retahíla de aplausos, que sólo se cortaron cuando dijo: “Tenemos que terminar con el imperialismo de los intendentes”. “¡Nadie habla de los intendentes que se perpetúan en el poder y manejan los municipios como si fueran señores feudales!”, lanzó.
–Borom, bom-bom, borom, bom-booom, se viene Blumberg gobernadooor –cantaban sus imaginativos seguidores.
A pesar de predicar contra la “vieja política”, Blumberg defendió a los dirigentes con los que se viene reuniendo: el ex subcomisario acusado de torturas y asesinatos, Luis Patti; el ex gobernador misionero, Ramón Puerta, el candidato a presidente de Recrear, Ricardo López Murphy; y en especial a la corriente de los Rodríguez Saá, Carlos Menem y el gobernador Jorge Sobisch. “Yo me voy a reunir con la gente que sea. Que haga una autocrítica y que acepte lo que hizo mal”, sostuvo.
–¿Macri lo va a apoyar? –quiso saber un cronista.
–¡¡A mí me tiene que apoyar la gente!!
–Usted mintió con su título... –le recordó uno de los noteros, pero lo cubrió una ola de silbidos antes de que terminara la pregunta.
–Eeeeeeeeeeeeh. ¿Y a vos quién te manda? –gritaba uno de los culatas.
–¡Sáquenlo! ¡Para qué mierda les dan el micrófono! –apuraba otro, mientras se multiplicaban los empujones.
Pero no llegó a mayores. Con un clima espeso de fondo, Blumberg respondió a grito pelado: “Por supuesto, me equivoqué con el título. Pero, ¿qué pasa con Skanska? ¿¡Qué pasa con los 500 millones que sacaron del país!? ¿¡Qué pasa con el dinero encontrado en un baño de la ministra?! Si eso tenía en un baño, ¿¡¿qué tendrá bajo llave?!?”
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