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Era el escenario ideal. Un hotel céntrico que no registrara las huellas de alguno de los muchos precandidatos que desfilaron por hoteles porteños; un auditorio fiel; una decoración neutra en la que no hubiera símbolos partidarios; pocos muy pocos dirigentes nacionales; un atril desde el que se presentó un programa de gobierno, y una bandera argentina a la derecha del candidato. De esta manera, Rodolfo Terragno se presentó en sociedad como precandidato a Presidente por el radicalismo. “Con este Plan Nacional de Recuperación estoy dispuesto a pelear elecciones internas cerradas, internas abiertas, ley de lemas o cualquier otra ingeniería electoral”, aseguró convencido cuando se le preguntó por sus apoyos partidarios y la capacidad de lograr aglutinar a sus correligionarios detrás de un programa que está en las antípodas de las premisas neoliberales impulsados por Fernando de la Rúa y toleradas reiteradamente por la UCR.
Lejos de estar preocupado por la interna partidaria, el actual senador puso el centro de su discurso en la importancia de la discusión nacional. Federico Storani, César Martucci, Cristian Caram, Juan Carlos Farizano, Héctor Tom Constanzo y los diputados nacionales Horacio Vivo y Juan Minguez fueron algunos de los dirigentes que lo acompañaron en la presentación de su candidatura.
A la hora de las propuestas, Terragno consideró a su plan como el punto de partida para salir de la actual crisis. Dividió su documento en dos grandes capítulos: el plan de recuperación social y el plan de recuperación económica. En el primer punto dijo que “la prioridad es rescatar a la población marginada”. Afirmó que hace tiempo las políticas sociales eran complementarias de las que se pensaban desarrollar en áreas como la salud y la educación, en cambio ahora “en un país en el que el 52 por ciento de la población está por debajo de la línea de pobreza y con una marginalidad que domina el paisaje político y social, se han vuelto centrales”. Aseguró que lejos de ser idílicas, estas propuestas tendrían fuerte resistencia, “no son propuestas pacíficas”, concluyó. Antes había afirmado que “no se puede atender a todos los sectores al mismo tiempo”.
En el terreno económico puso el acento en reconstruir el sistema financiero y en una sólida política monetaria. Su propuesta apunta a que en el futuro, “en el nuevo sistema bancario haya dos clases de bancos: los de depósitos asegurados y los de inversión”. En los bancos de depósitos asegurados no se ofrecerán cuentas corrientes y cajas de ahorro. Tampoco se podrá usar el dinero depositado en esas cuentas para otorgar préstamos a terceros. En los bancos de inversión propone que los títulos deben ser respaldados por hipotecas, fideicomisos u otro tipo de sistema prendario. El senador también planteó realizar una auditoría de la deuda externa para apelar a tribunales judiciales internacionales y poder así determinar el endeudamiento lícito. En ningún momento propuso desconocer la deuda ya que “si no pagamos lo que se nos demanda vamos a quedar fuera del sistema mundial”.
No hizo menciones a Raúl Alfonsín, quien el día anterior había dejado en claro su desacuerdo con Terragno, pero fue inevitable que apareciera la figura del ex ministro Domingo Cavallo. “Hace tiempo que vengo planteando la necesidad de tener una moneda cuya cotización surja del promedio del dólar, el euro y el real; un Banco Central independiente, una reestructuración de la deuda y una política industrial. Sin embargo, tuvieron que venir los notables del FMI para remarcar la independencia del BCRA, tuvo que venir Paul O’Neill para que se reconozca la necesidad de un programa económico sustentable, y tuvo que reaparecer el mismo Cavallo admitiendo que se equivocó al no reestructurar la deuda externa”, concluyó Terragno como epílogo de la presentación de su candidatura. No dejó ninguna duda acerca del modelo económico al que apunta: un modelo exportador que garantice un crecimiento del 7 por ciento anual, requisitoque consideró imprescindible para dentro de 10 años duplicar el actual PBI.