Martes, 18 de septiembre de 2007 | Hoy
EL PAíS › RECLAMO DE JUSTICIA A UN AÑO DE LA DESAPARICION DEL TESTIGO JORGE JULIO LOPEZ
El destino de López, a quien se vio por última vez el mismo día que fue condenado a reclusión perpetua Miguel Etchecolatz, mano derecha de Ramón Camps, es analizado por personalidades de la cultura y los derechos humanos. Hoy se realizarán marchas exigiendo justicia.
Hoy se cumple un año de la desaparición de Julio López sin que haya una pista firme que permita saber qué pasó con el testigo clave del juicio que condenó al ex comisario Miguel Etchecolatz por crímenes de lesa humanidad. Personalidades del mundo de la cultura, la política y los organismos de derechos humanos contaron a Página/12 cómo viven y qué esperan del Estado ante un hecho pergeñado para reeditar el miedo.
- Hebe de Bonafini: “Lo único que digo sobre López es que los servicios de Inteligencia que tenemos no sirven”.
- Nora Cortiñas: “Primero la gran preocupación porque no haya ninguna noticia sobre López. Vamos viendo que no estuvimos informados sobre todas las gestiones que se hicieron desde el Estado para encontrarlo. Sabemos por otras vías que se aportaron datos en los primeros días que podrían haber servido para encontrarlo, saber algo de él y el tiempo se perdió. No se puso toda la fuerza que había que poner. Además, que aparezca ahora ese terrible ofrecimiento de recompensa nos hace daño, porque parece una cosa irreal, no estamos en el Far West. Se podrían haber formado grupos de investigación civiles y no mandar a la propia policía de la provincia a buscarlo, los mismos que están siempre sindicados como policía represiva, enviarlos a buscar a López cuando al que se condenó con su testimonio es un personaje que pertenecía justamente a esa policía. Había otros caminos, no ése. Todos los allanamientos eran como con aviso y se perdió la oportunidad de la prueba. Se quedó muy corto el Gobierno a los ojos del pueblo. Se pudo hacer mucho y más. Seguimos exigiendo aparición con vida de López ya, como lo venimos haciendo por la verdad, la justicia y la memoria, como lo hacemos por nuestros hijos detenidos desaparecidos”.
- Leonor Manso, actriz: “En principio me da mucha pena, mucho dolor, por él y su familia. También por todos nosotros, por los argentinos, porque teniendo un gobierno democrático y estando en un estado de derecho es inconcebible que alguien desaparezca, significa que estamos todos en peligro, que no hay defensa, no hay protección del Estado, del gobierno nacional ni del provincial. Tampoco están las respuestas necesarias para comprender por qué pasa esto, por qué no lo encuentran, por qué dice ahora el gobierno provincial que probablemente esté muerto. Ahora no están los militares, hay un gobierno democrático, si ellos no tienen las herramientas para resolver esto, o al menos –porque esto también ha fallado– para resguardar a la persona que atestigua sobre un torturador, es de una gran irresponsabilidad. Esto viene de los de siempre para meter miedo y hay que ver a quién favorece ese miedo. Para los que somos mayores y hemos vivido esto, el miedo está en los huesos y un desaparecido trae un reflejo siniestro que trae recuerdos, pero lo grave es que sucede en democracia, con un gobierno que nos representa y que tiene todas las herramientas para encontrarlo y, si no las tiene, tiene que decirlo, porque eso significa que no tenemos gobierno”.
- Eduardo “Tato” Pavlovsky, dramaturgo y psicoanalista: “El caso puso en movimiento una de las piezas que todavía están de aquellas épocas y que desapareció a 30.000 personas. Creo que es una cosa simbólica bien hecha, porque esto pone en aprietos a muchísimas otras personas que quisieran atestiguar. El intento de recuperación del miedo anónimo que se tuvo en esa época es el triunfo de las manos represoras. Es la exacta reproducción de eso del pasado, esa extraña entidad del ni vivo ni muerto. Nunca lo sabrás, eso repercute mucho en el imaginario social de los que quieren atestiguar contra el Nunca Más. Por eso digo que el secuestro de Julio López está bien pensado en la medida en que lo tornó un cuerpo sin entidad, un cuerpo que no está, es lo terrorífico de la dictadura, que se busca lo que no está. La de López debería sumarse a los desaparecidos de hoy: ese sector no existente, el que está por fuera de las estadísticas, es otra categoría en la que no hay que dejar de poner el mismo énfasis que en ésos. No creo que el Gobierno no haga los esfuerzos, dicen que no se mueve: sí se mueve, pero no es fácil. El aparato represor no es sólo aquel que repite los secuestros, los torturadores de mano dura, sino una mano ejecutiva pensante que es inteligente y está entre nosotros”.
- Lita Stantic, productora de cine: “En síntesis, la desaparición de Julio López me crea mucha angustia, pero también mucha bronca, porque creo que un gobierno en el que su actuación en cuanto a derechos humanos ha sido impecable no actuó, o no lo hizo con la rapidez necesaria para poder llegar a que Julio apareciera. Creo recordar al ministro del Interior diciendo que López no había desaparecido, sino que estaba asustado, o escondido. Es una mancha tremenda para el Gobierno. Recuerdo porque he visto muchas veces la imagen de Etchecolatz y pienso que no se actuó. Se tendrían que haber puesto todos los esfuerzos, volcar todos los recursos para encontrarlo... por otro lado está el tema de la posible complicidad que pueda tener la Policía Bonaerense con estos personajes de la dictadura. El tema es grave para nuestra democracia”.
- Aída Bortnik, guionista: “La desaparición en sí sería suficientemente aberrante sin agregar la ¿desidia?, ¿complicidad?, de quienes supuestamente deberían investigar. Todo parece tan claro mirado de afuera, que resulta sobrecogedor”.
- Pino Solanas, cineasta y candidato a Presidente y senador: “No me caben dudas de que Julio López fue secuestrado como venganza y advertencia, intentando detener los juicios. Y detrás de eso está el aparato residual de la dictadura. También demuestra la incapacidad del Gobierno para avanzar en la investigación. El Gobierno ha estado más preocupado para hacer votar leyes antiterroristas que por investigar lo que hay detrás de esto. La verdad es que no he estudiado la investigación, pero un año es suficiente como para haber avanzado de una manera más explícita. Si después de un año no hay ninguna certidumbre de esto, los servicios de seguridad del Gobierno son pésimos. La advertencia es un mensaje de tipo mafioso: ‘Si ustedes siguen con los juicios adelante, va a haber otro Julio López’. La medida ha tendido a amedrentar a los testigos, a detener los juicios, es un mensaje también hacia el gobierno. Lo hicieron desaparecer, no soy adivino para saber de qué forma, pero imagínese hoy que volviera Julio López, que volviera del infierno para contar todo. La mayor parte de los fusilados o arrojados al mar durante la dictadura se hizo para borrar todas las pistas. La posición firme y fuerte del movimiento de derechos humanos, de las Madres de Plaza de Mayo, las movilizaciones en el país durante todo este año por la libertad y el esclarecimiento de lo de Julio López fue una energía suficiente que reafirmó y respaldó a todos los testigos que tenían que seguir dando declaraciones”.
- Hugo Urquijo, director teatral: “A mí lo que más me llama la atención del fenómeno de Julio López es la poca trascendencia que ha tenido, sin correspondencia con la gravedad del hecho. Realmente en un momento donde el tema de los derechos humanos se ha tomado fuertemente como una preocupación de Estado, yo creo que el tema de López está descuidado. Me parece que tendría que estar en el imaginario colectivo instalado casi de manera permanente. Tengo la impresión de que está acallado. Nunca hubo una manifestación multitudinaria donde la gente pudiera expresarse y donde la gente después siguiera como refrescando, porque esas cosas hay que ir renovándolas en la memoria. La memoria es cada vez más frágil, entre otras cosas, porque los hechos suceden con gran vertiginosidad. Entonces, mucho más que nunca, hay que insistir sobre la memoria colectiva. Y no me da la impresión de que en este año se haya machacado sobre el tema López. No lo atribuyo sólo a una falencia del Gobierno. Me parece que colectivamente hay como una tendencia fuerte a que las cosas vayan corriendo. En su momento el tema Cabezas tuvo una persistencia y este caso debería tener la misma”.
- Noé Jitrik, crítico literario: “Mi percepción no difiere mayormente de la gente que está reclamando la aparición de Julio López. Personalmente pienso que eso está directamente ligado a su testimonio en relación con Etchecolatz y que, por lo tanto, ese grupo o si no el grupo directamente organizado y dirigido por Etchecolatz, gente agrupada en la misma línea de pensamiento o de acción o como se lo quiera llamar, son los que han suprimido o mejor dicho sustraído a López. Y han creado un problema muy serio y creo que tiene que ser abordado no solamente desde la idea de ‘Queremos que aparezca con vida’ sino una investigación acerca de los restos de toda esa morralla de gente que sale de la dictadura y que todavía piensan que tienen que hacer algo”.
- Andrés Di Tella, cineasta: La palabra desaparición para todos nosotros es como un fantasma terrible que se despertó con este hecho. En un contexto donde proliferaron secuestros de otro tipo, de otro signo, de pronto que aparezca esto, el secuestro de una persona que evoca lo que la palabra desaparición significaba y que pensábamos que era algo del pasado, eso es lo más tenebroso y lo que mantiene como un vilo: ¿cómo puede ser? Esta es un poco la sensación con que haya pasado un año y ese fantasma de la desaparición sigue estando ahí. Eso es como increíble. Yo creo que evidentemente se trata de un grupo muy puntual irredento que hizo esto como un acto de intimidación. Me imagino que fue así. Creo que la intención debe haber sido puntualmente de intimidar a testimoniantes por esa causa. Pero, a veces (y justamente ésa es la definición de la política), los hechos exceden las intenciones puntuales de quienes los cometen. Entonces, el efecto es cómo reavivar el fantasma que parecía que se había evaporado de la desaparición. Eso vuelve a sobrevolar la tierra argentina. Y por eso es tan importante que se pueda saber algo, porque si no, queda ese fantasma que tantas familias saben tan bien de qué se trata”.
- Víctor Laplace, actor: “El dato es que todavía hay un aparato para seguir produciendo miedo. Justo cuando empiezan los testimonios en un momento en que hay gente que se anima a hablar. Me parece que siguen quedando cosas sin resolver. A mí me gustaría que las buenas personas nos digan la verdad, los que tienen que tomar el rol de las personas que tienen que decir las cosas, que nos digan las cosas, y que no nos oculte nadie nada. No más silencio, porque me parece que después de pasado un tiempo, lo de López entró en una especie de cono del silencio. Yo vengo de una experiencia de hacer una película sobre Angelelli y sigue siendo un misterio, no ha avanzado la causa. No me gustaría que pasara lo mismo con López. Ha pasado un año y tiene que esclarecerse”.
- David Blaustein, cineasta y director del Museo del Cine: “En primer lugar, es una mancha. En segundo lugar, está claro también que sus secuestradores forman parte de sus denunciados. El círculo de los secuestradores de Jorge Julio López es de los tipos que él denunció. En tercer lugar, esto bajo ningún concepto puede hacer parar los juicios. Este tipo de situaciones se arreglan con más justicia, con más verdad y con más memoria. Nunca retrocediendo. Lo que López ha permitido no es que la gente se borre sino que vaya a atestiguar. Me parece que, en ese sentido, el tiro les salió por la culata”.
Producción: Andrés Valenzuela y Oscar Ranzani.
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