Jueves, 31 de enero de 2008 | Hoy
EL PAíS › NUEVO RASTRILLAJE EN BUSCA DE JULIO LOPEZ
No es la primera vez que aparecen videntes, bien o mal intencionados, en busca de Jorge Julio López. Y aunque las historias que plantean suenan disparatadas, los investigadores no dejan de movilizarse para verificarlas. Así volvió a ocurrir ayer, cuando el juzgado de Arnaldo Corazza ordenó un rastrillaje en la desembocadura del arroyo Saladero, en Berisso, a partir de un nuevo elemento incorporado a la causa, aportado por el ex funcionario Luis D’Elía.
El líder de la Federación Tierra y Vivienda (FTV) recibió información de dos personas que afirmaron haber tenido contacto con una vidente que, a su vez, dijo que puede “percibir” la presencia de López. Con ella como guía, D’Elía, un conocido suyo y los dos informantes aparecieron en la casa del testigo desaparecido, en 69 y 140 del barrio de Los Hornos. Allí habrían tenido un leve altercado con la custodia que tiene la familia. La “visión” marcaba una línea recta entre la casa de López y el Río de la Plata.
D’Elía acudió con esta secuencia a la abogada Guadalupe Godoy, querellante en el expediente e integrante de Justicia Ya!. Con la misma cautela que tuvo ante situaciones similares durante el año y cuatro meses que lleva la investigación por la desaparición de López, Godoy se presentó en el juzgado de Corazza y dio una declaración testimonial para que el relato tomara estado judicial. El magistrado se encontraba, una vez más, ante un indicio que sonaba absurdo pero que no podía no comprobar. Por eso ordenó que se realizara el rastrillaje, que duró toda la tarde de ayer y continuará hoy, con la participación de bomberos y policías bonaerenses. El grupo delimitó un perímetro de unos 50 metros cuadrados en una zona que, a pesar de estar cerca del centro de Berisso, es de pantanos, cañaverales y relleno sanitario. Entraron en acción perros adiestrados para detectar cadáveres que, tras un rato de olfatear el terreno, marcaron un lugar preciso. Tres bomberos se dispusieron a cavar con palas, pero a medida que iban avanzando el can perdió interés en el sitio. Un poco más tarde, los perros marcaron otro sector. A esa altura los investigadores ya habían decidido retomar las tareas al día siguiente, con la intención de desmalezar el lugar y llevar máquinas excavadoras.
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