Desde Roma

Con un ojo en Roma y otro en Rosario –donde se reunían los productores rurales–, con un oído aquí y otro en la protesta de Armstrong. Y sin dejar de echar una mirada a algunos actos de tono violento de los ruralistas, como la toma de la Municipalidad de La Paz en Entre Ríos o los huevazos a Karina Rabolini –esposa del gobernador Daniel Scioli– en Venado Tuerto. También algunos se ocupaban de monitorear el encuentro de los radicales K en el centro de la Capital Federal. Es que por la diferencia horaria con Italia, cuando ayer terminó la actividad oficial del día de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner comenzaron a llegar las novedades desde la Argentina. Así fue que ni la Presidenta ni su comitiva tuvieron respiro.

Cristina Kirchner viajó a Roma para participar hoy en la cumbre mundial sobre alimentos. Ayer se reunió con el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon y el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva (ver páginas 12/13). Sin embargo, no le perdió pisada al conflicto con las entidades agropecuarias. Tan es así que la Presidenta, después de cenar en el hotel donde se aloja, siguió levantada y pegada al teléfono al menos –hasta donde puso chequear PáginaI12– hasta la una de la mañana, cuando en Argentina eran las 20 y los empresarios del campo aún no habían decidido si prorrogaban el lockout. Teniendo en cuenta el trajín que acumulaba y que al día siguiente se tenía que levantar a eso de las seis y media de la mañana, el dato refleja la atención que le puso el Gobierno al tema.

Los ministros, senadores y diputados tampoco se apartaban de sus celulares. El secretario Legal y Técnico, Carlos Zannini, y el presidente del bloque de diputados kirchneristas, Agustín Rossi, parecían los más activos, pero también el titular del bloque oficialista en el Senado, Miguel Angel Pichetto, y los diputados Alberto Cantero, José María Díaz Bancalari y Silvia Vázquez aportaban información al grupo y a la Presidenta.

En general, a las dos de la mañana, cuando la mayoría de los funcionarios se recluyeron en sus dormitorios, se percibía un clima de moderado optimismo. Para ese entonces no se había definido nada en Rosario, pero los funcionarios alimentaban la expectativa de que, si se resolvía seguir con las medidas de fuerza, Coninagro podría abandonar la Mesa de Enlace agropecuaria. Y también confiaban en la presunta renuencia de la Sociedad Rural para proseguir con la protesta.

Otro dato que en la comitiva oficial valoraban como positivo es que, según la información que le transmitían, en la movilización de Armstrong sólo estuvo presente la Federación Agraria y las otras tres entidades no aportaron demasiada gente ni tampoco un orador, lo que en esa lectura significaba un debilitamiento en la unión de las cuatro cámaras.

En cambio, veían con preocupación algunos datos que les llegaron de Entre Ríos y Santa Fe. En Entre Ríos, el departamento de La Paz fue tomado por dirigentes agropecuarios y productores, según le contaron por teléfono a Rossi. Y en Venado Tuerto, una de las zonas más ricas de la llanura pampera, en el taco de la bota santafesina, la avioneta con la que llegó Karina Rabolini al aeródromo local fue atacada a huevazos por productores agropecuarios, además de los insultos que le dijeron cuando descendió.

Silvia Vázquez, radical K, también estuvo atenta a lo que ocurría en el Senado, donde el vicepresidente Julio Cobos trataba de alinear a los radicales de la Concertación antes del encuentro con Kirchner. En un momento, le transmitieron, algunos intendentes comenzaron a objetar algunos puntos del texto del documento de apoyo al Gobierno en el conflicto con los empresarios del campo. Pero finalmente, dicen aquí, el documento salió como lo propuso Cobos. Lo que se dice un verdadero anochecer de un día agitado.