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Carlos Raimundi *.

Es tan profunda la crisis argentina que hablar mal de nuestro país se tornó una necesidad electoral de los candidatos de Brasil, precisamente el país que con más afán busca una alianza estratégica con nosotros. El dato de que despegarse del socio principal sirva para ganar votos –o por lo menos para no perderlos– habla de la precariedad extrema de nuestros regímenes. Es gravísimo que el aliado estratégico genere tal desconfianza entre los brasileños. De todos modos, eso no es lo más importante. Lo más importante es que despegados no hay futuro, que Brasil no tiene chances de liderazgo regional si Argentina juega del otro lado, que para equilibrar la relación con los EE.UU. y neutralizar en algo la desproporción del ALCA, Brasil y Argentina deben estar del mismo lado. En suma, una cosa es criticar a Argentina estando en campaña, otra cosa es el futuro. Y el futuro debe encontrarnos juntos. Porque más riesgoso que perder votos sería no poder sostener un gobierno frente a una crisis en aumento, agravada por el cuadro de recesión mundial. Si tuviera que resumir en un solo punto lo que nos diferencia del proceso integrador que sacó adelante a Europa de la tragedia de la guerra, no destacaría el dispar contexto histórico, ni el Plan Marshall, ni el rol que jugaron los EE.UU. Pondría el acento, más bien, en la calidad de los estadistas. Ojalá que con la asunción del nuevo presidente de Brasil –más allá de que la historia tiene un lugar para Fernando Henrique Cardoso– estemos en presencia de uno de los estadistas que América latina necesita.
* Diputado nacional, ARI-Buenos Aires.