Jueves, 6 de noviembre de 2008 | Hoy
EL PAíS › DOS ACUSADOS HABLARON ANTES DE LA SENTENCIA
Los dos brigadieres, primeros oficiales de la Fuerza Aérea condenados luego de la reapertura de las causas sobre la dictadura, intentaron sin éxito despegarse de las acusaciones.
Por Diego Martínez
“Jamás conocí los hechos de Mansión Seré y lamento profundamente, de corazón, todo lo ocurrido en esos tiempos en nuestro país”, aseguró el brigadier César Comes. “El juez supremo sabe que no autoricé, no ordené ni consentí” crímenes de lesa humanidad, afirmó el brigadier Hipólito Mariani. Ambos aprovecharon la posibilidad de decir sus últimas palabras antes del veredicto y reiteraron con serenidad varias de las frases que meses atrás, entonces con éxito, utilizó el comisario Miguel Angel Timarchi, absuelto por la Masacre de Fátima.
Con la sala repleta y los fotógrafos masticando bronca en los pasillos, el presidente del tribunal, Guillermo Andrés Gordo, invitó al coronel retirado Alberto Pedro Barda a pasar al estrado. El ex jefe de la subzona 16, de quien dependieron seis centros clandestinos de Mar de Plata, caminó a paso lento apoyándose en el bastón, se sentó y con voz aflautada se limitó a ratificar: “No tengo nada que decir”.
El brigadier Mariani aclaró que sufría “problemas de dicción” y sacó varias hojas para leer. Lamentó haberse sentirse tratado “como un ente abstracto que no existía antes ni después de 1977”, y también porque “nadie indagó si soy capaz de cometer los hechos que se me endilgan” (aunque durante el juicio se escucharon numerosos testimonios). “Tengo casi 83 años y estoy siendo juzgado por uno de mis 37 años de vida militar”, dijo. Renegó de que en su legajo “no constan las veces que objeté órdenes incorrectas, poniendo en riesgo mi carrera”, y aseguró que “se han equivocado de persona”.
“Durante mi breve paso por la Fuerza de Tareas 100 no tuve la sensación de estar en una guerra. Nunca me sentí verdaderamente amenazado”, confió. Luego criticó a los querellantes y a la fiscalía porque “no tuvieron pruritos en calificarnos”, usaron “artificios” para inculparlos y renegó de los “paparazzi no autorizados” (sic) que lo fotografiaron en el ingreso a tribunales. Luego admitió que “no quisiera estar en el lugar de los querellantes”, consideró que existió una “guerra fratricida sin ningún sentido ni razón” y dijo confiar en que víctimas y familiares “no buscan el castigo de los que no son responsables ni autores”.
Mariani atribuyó su situación a “coincidencias que dirigen y dan forma a nuestras vidas” y a “una interpretación errónea de la Cámara Federal” que condenó a los ex comandantes en 1985. Dijo que “Mansión Seré no tenía conexidad con la Fuerza Aérea” y que se debió condenar al comandante del Cuerpo I de Ejército y no al brigadier Orlando Agosti por los crímenes en ese centro clandestino. Ese “equívoco” manchó “el buen nombre y honor” de aviadores retirados, sugirió, y derivó en su citación a indagatoria en 1987 y en el proceso que se reabrió en 2003. “Deseo que se revierta esta tendencia negativa”, concluyó.
El brigadier César Comes recordó que asumió al frente de la Brigada Aérea VII de Morón en febrero de 1977 y que al año siguiente se hizo cargo de la Fuerza de Tareas 100 (creada para la “lucha antisubversiva”) por ser el oficial más antiguo entre los jefes de la Fuerza Aérea en zona oeste. “Pero ni antes ni durante mi paso por la Brigada tomé posesión de la casa de calle Blas Parera” donde funcionó Mansión Seré, aseguró. Dijo que recién tomó conocimiento sobre su existencia durante el Juicio a las Juntas y recordó que estuvo preso entre abril de 1987 y junio de 1988, cuando la Corte Suprema de Justicia lo liberó gracias a las leyes que le garantizaron impunidad durante tres lustros.
Tras la reapertura de la causa en 2003 volvió a ser detenido, aunque con arresto domiciliario, recordó, y enumeró sin explicar motivos las autorizaciones obtenidas y denegadas para salir a la calle. Contó con orgullo que fue condecorado por Naciones Unidas como miembro de una misión de paz en el Congo Belga y que recibió una placa de reconocimiento de entidades de bien público de Pavón, partido de Morón. “En mi carrera de aviador llegué a brigadier, nadie me regaló nada, tuve una vida normal en lo profesional y en lo familiar, perdí a mi esposa hace 17 años, me acompañan mis hijos y mis nietos, y vivo en paz”, concluyó.
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