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Uno de los diplomáticos presentes en el encuentro con Cristina Kirchner fue Héctor Timerman, embajador en Estados Unidos. No sólo tiene peso específico por la nación donde cumple funciones, sino que actualmente es el representante argentino en el G-20, que e1 1º y 2 de abril tendrá su cumbre de presidentes en Londres. En diálogo con Página/12, sostiene que Argentina va a “priorizar el comercio en sus relaciones exteriores” y anticipa la agenda que llevará el Gobierno al G-20, con la mira fija en la necesidad de reformular los organismos de crédito internacional.

–¿Qué dimensión le da a esta reunión convocada por la Presidenta?

–La reunión es una cuestión estratégica: ante la crisis económica, lo que está haciendo Argentina es priorizar el comercio en sus relaciones exteriores. Es una definición de prioridades. En política exterior la prioridad va a ser, sin abandonar otros asuntos, ganar mercados. Es una decisión temprana frente a países que todavía no han reaccionado. Nosotros pudimos reaccionar, básicamente, porque no tenemos un problema financiero como han tenido otros países similares. La pelea por los mercados va a ser despiadada y Argentina está preparada.

–Pero pese al derrumbe, las grandes potencias siguen siéndolo. ¿Argentina puede dar pelea?

–Por suerte, Argentina viene con años de crecimiento y no nos hemos comprometido financieramente, es decir no tenemos nuevos endeudamientos. Y tenemos superávit fiscal y superávit comercial. El colapso lo hemos vivido en 2001, pero desde 2003 en adelante tuvimos crecimiento y una estabilidad que nos permite afrontar esta situación más preparados.

–¿Esto puede llevar a que Argentina sea escuchada en el G-20?

–Por las razones que mencionaba, Argentina puede ir al G-20 y desarrollar una política con agenda propia, como la de ser uno de los primeros países que han planteado la necesidad de reformular los organismos multilaterales de crédito. En el G-20 nadie duda de que el Fondo Monetario tiene que ser reformado, algunos países lo sostienen con más fuerza y otros con menos fuerza. Además, nuestra experiencia con la crisis de 2001 nos da una triste sabiduría y también eso hace que la Argentina tenga que ser escuchada.

–Usted ya se reunió con la mitad de representantes del G-20, incluso con el de Estados Unidos. ¿Cree que en Londres va a haber definiciones o serán atenuadas con la última cumbre de noviembre en Washington?

–Me parece que el rol de Obama es muy importante, porque las posiciones que tomó respecto de la reforma del Fondo y otras cuestiones son más cercanas a los países medianos, como nosotros o Turquía, Australia o Corea. Es algo distinto a lo que ocurrió en noviembre, donde la posición de Estados Unidos fue clara y unívoca de apoyo irrestricto a Doha y exigía la firma inmediata. En esa cumbre, Argentina fue uno de los pocos países que se opuso. Ahora, la apuesta de Obama al multilateralismo hace que en el G-20 haya más posibilidades de debate que las que hubo en noviembre. Me parece que vamos a ver dos posiciones claras y Estados Unidos, en algunos temas, puede terciar en posiciones cercanas a nuestros países. Por ejemplo, Obama definió que la de Londres es una reunión de líderes políticos y que tiene que haber soluciones políticas, cuando antes se hablaba sólo de un problema económico financiero. Ese planteo lo hizo la Presidenta en noviembre. Es importante que el G-20 reconozca que esta crisis tiene origen en decisiones políticas, que hay que cambiar la política no la tasa de interés.

–La Presidenta puso de ejemplo a algunos países de Europa del Este, que, dijo, están como Argentina en 2001.

–Claro, es que se han endeudado en euros y en dólares, se han quedado sin financiación y sin poder correr la fecha de vencimiento de sus deudas. Es la situación de Argentina dos meses antes de la crisis de 2001. Uno de los problemas que deberá analizar el G-20 es que los países que se endeudaron en su moneda sacan capitales de países emergentes y los llevan a países desarrollados. Y el Fondo sigue exigiendo las condicionalidades que llevaron a la quiebra a la Argentina. Pide que se corte el déficit, pero Estados Unidos tiene un gran déficit y es una política bien vista. Pide que bajen los salarios y que paguen la deuda. El Fondo no puede seguir aplicando políticas de los ’90 durante esta crisis. Además, si las políticas del Fondo fueran tan buenas, ¿por qué no las aplican Estados Unidos e Inglaterra? El Fondo les está exigiendo a los países de Europa del Este que no tengan más del 3 por ciento de déficit y Estados Unidos está llegando al 12. Lo que pasa es que a Estados Unidos nunca le importó lo que piensa el Fondo, que sirve únicamente para disciplinar países emergentes. Desde 2004 Argentina exige que cambie la política del Fondo.

–Ante la crisis, crece el proteccionismo, una traba para los objetivos planteados por la Presidenta a los diplomáticos.

–Va a haber una competencia mayor en todo el mundo, no solo de los productos argentinos, vamos a tener que esforzarnos aún más. Como decía el embajador Chiaradía, si estamos andando en bici y de repente aparece una subida, para mantener la misma velocidad hay que pedalear más rápido. Y eso estamos tratando de hacer.

–¿Puede ocurrir que, por una necesidad de ajuste, los países desarrollados bajen los subsidios?

–Va a ser parte de la discusión. Cuando un país desarrollado auxilia con 15 mil millones de dólares a una industria automotriz de alguna manera la está subsidiando. En noviembre, del tema de los salvatajes industriales no se habló porque no existía el problema. Nosotros planteamos que son una manera de proteccionismo, la crisis va a cambiar todos los ejes de discusión.