El ex presidente Raúl Alfonsín se mostró en contra del proyecto de adelantamiento de las elecciones nacionales y reclamó que “no se demore más” la oficialización de un acuerdo entre las fuerzas de la oposición. En ese sentido, convocó a armar “un cuerpo programático en defensa de la República”.

Alfonsín cumplió 82 años la semana pasada y desde hace tiempo se encuentra en su departamento de Barrio Norte, recuperándose de su enfermedad. Luego de un largo silencio, ayer resolvió reaparecer a través de un comunicado en el que expresó su rechazo a la iniciativa de la Casa Rosada que fue distribuido por el Comité Nacional de la UCR. Desde que la presidenta Cristina Kirchner hizo el anuncio, el radicalismo y sus aliados de la Coalición Cívica fueron los primeros en expresar su postura contraria a que las elecciones se realicen el 28 de junio.

Por las dudas de que alguien lo pueda imaginar otra vez candidato, Alfonsín aclaró que su oposición al proyecto K “no está animada por ningún interés personal”, al tiempo que consideró que “es necesario el diálogo para resolver los problemas económicos y sociales que agobian al país”.

Según el ex presidente, el adelantamiento “sin consenso” de las elecciones legislativas “no contribuye a crear las condiciones” para un diálogo que apunte a “resolver los preocupantes temas institucionales” que “agobian” al país.

Por lo tanto, convocó “a un cuerpo programático en defensa de la República”, ya que “no se puede demorar más un acuerdo entre las distintas fuerzas políticas y sociales en defensa de la república y de la gobernabilidad, condiciones básicas para defender la producción y el empleo”.

Por estos días, en varios análisis se recordó que Alfonsín fue justamente quien inició los casos de adelantamiento de elecciones. Fue en las presidenciales de 1989, cuando las pasó de octubre a mayo. El candidato del oficialismo, Eduardo Angeloz, fue derrotado allí por Carlos Menem. En medio de un clima de incertidumbre por culpa de la hiperinflación y los saqueos a supermercados, Alfonsín decidió entregarle a Menem el poder seis meses antes de que terminara su mandato.