Lunes, 18 de mayo de 2009 | Hoy
EL PAíS › UN HOMBRE QUE SE RECUERDA CON AFECTO Y ADMIRACIóN
En todos los ámbitos de la cultura hubo expresiones de dolor. Desde Saramago hasta el ministro José Nun expresaron su admiración por el poeta, padrino de un hijo de Nacha Guevara que cantó sus poemas.
Por Oscar Ranzani y Facundo García
Sólo muy de vez en cuando aparecen escritores que dejan tras de sí tantos buenos recuerdos como Mario Benedetti. La pena por su ausencia seguramente tendrá proporciones pocas veces vistas en las letras del continente. Eso es lo que demuestran las declaraciones que a poco de conocerse la noticia salieron a compartir quienes lo frecuentaron.
El Premio Nobel de Literatura José Saramago lamentó el deceso y alabó la categoría de su colega. “Quedaba esa ingenuidad que es pensar que lo inevitable se puede posponer, pero no se puede, y cuando llega es muy duro”, sostuvo. El portugués comentó que su amigo “era un carácter humano extraordinario, que se preocupó por vivir en positivo”, y que a pesar de todo, sus libros “afortunadamente sobreviven”. Desde La Habana, Miguel Barnet –presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba– afirmó que Benedetti “había alcanzado lo que más anhela un escritor: ser popular” y que, en consecuencia, sus poemas “han servido para enamorar”.
Vicente Battista fue el encargado de echar a rodar los recuerdos desde Argentina. Admitió tener una “deuda de honor” con el uruguayo, ya que al ganar un reconocimiento en Casa de las Américas, Benedetti había sido uno de los jurados que lo premió. Asimismo, lo evocó como un hombre “excepcionalmente humilde” y un “anfitrión de lujo”. “En cuanto a sus textos –añadió–, con el tiempo van a mantenerse en primer plano sus novelas y sus cuentos, más que su poesía.” Por su parte, Griselda Gambaro aclaró que aunque no había compartido criterios estéticos con el literato, siempre lo había considerado una buena persona: “Nos conocimos en un encuentro que se hizo durante el retorno de la democracia a nuestro país, y la impresión que me dejó fue la de un ser sumamente cordial y coherente, que tenía una actitud especialmente protectora hacia las mujeres”.
Entretanto, Mario Goloboff confesó sentirse apenado ante la desaparición física de “un intelectual de los más importantes que nos quedaban en América latina”. Ponderó asimismo textos como La Tregua, y los Cuentos Montevideanos. “Era un cuentista urbano especialmente importante, que asumió posiciones progresistas y revolucionarias durante toda su vida, y que se mantuvo fiel a sus principios hasta el último momento.” A su turno, la crítica y poeta Susana Cella coincidió en destacar la novela más conocida de Benedetti. “Fue una obra fundamental de su época, aún antes de la versión cinematográfica”, sintetizó. En cuanto a la poesía, opinó que “él apelaba a algo que llega porque va a los sentimientos, a la vida cotidiana; factores que tenían un impacto muy fuerte porque sintonizaban con un público que comprendía ese mensaje, que contenía una denuncia social contundente”.
El secretario de Cultura de la Nación, José Nun, dijo que “nunca más cierto que en este caso aquello de que ‘algo se muere en el alma cuando un amigo se va’, Benedetti –agregó– ha sido un gran escritor, una personalidad multifacética y un defensor inclaudicable de los derechos humanos y de las causas nobles”. El dramaturgo Roberto “Tito” Cossa evocó un viaje que hizo junto al uruguayo allá por 1966. “En aquella época –explicó– había que llegar a La Habana vía Praga a causa del bloqueo. En caso de que no estuvieran dadas las condiciones para trasladarse a la isla, tenías que armarte de paciencia y esperar. Por eso pasé diecisiete días varado junto a ese individuo entrañable y tan lleno de humor. Qué ejemplo: estaba actualizado y era un pensador muy sólido. Ya entonces sabía cómo alcanzar la calidad sin alejarse del pueblo.”
La música también lo lloró. Víctor Heredia estuvo entre los primeros en expresar su dolor, al anticipar que su generación iba a extrañar a tamaño referente. “¿Cómo no íbamos a engancharnos con su literatura y con su mirada a favor de los pueblos? Cuando nos sentíamos un poco desorientados, buceábamos en maestros como él, o como Pablo Neruda, Armando Tejada Gómez y Hamlet Lima Quintana, entre tantos otros. Fueron talentos que, de un modo u otro, se fueron transformando en nuestros amigos.” Conmovida por el fallecimiento, Nacha Guevara hizo un paréntesis en las actividades electorales para rendir tributo al padrino de su hijo Juan Pablo. “Nuestro vínculo fue hermoso. Nos conocimos una noche en la que habíamos interpretado como mil canciones y salimos muy tarde. Recuerdo que cuando nos estábamos yendo alcancé a ver una figurita tímida que se presentó: ‘Me llamo Mario Benedetti’, casi susurró. A partir de entonces de-sarrollamos una gran amistad que se mantuvo durante el exilio –de hecho, hasta compartimos casa–; y que se mantenía aún en la distancia geográfica. Hablábamos siempre y hasta llegamos a componer en grupo y por teléfono.”
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