Sábado, 28 de noviembre de 2009 | Hoy
EL PAíS › EL EMBAJADOR JUAN PABLO CAFIERO
Por Martín Piqué
Desde Roma
El embajador argentino en el Vaticano, Juan Pablo Cafiero, se prepara para acompañar a la Presidenta a la primera actividad de su estadía en esta ciudad eterna: la visita a la Comunidad de San Egidio, en el barrio de Trastevere. Cafiero espera sentado en uno de los sillones del lobby del Hotel Edén, en plena Villa Borghese, una zona del centro histórico caracterizada por los palacetes reciclados del siglo XVIII y XIX. Algunos de esos palacios fueron reconvertidos en hoteles, otros son museos y centros culturales, como el imponente Instituto Suizo, que ocupa toda una manzana frente al Edén. En diálogo con Página/12, Cafiero analiza los pormenores de la relación de la Argentina con la Santa Sede y entre la administración kirchnerista y el Episcopado argentino.
–¿La aceptación de esta invitación de Benedicto XVI es un gesto que busca mejorar las relaciones con los obispos argentinos a través del Vaticano?
–Son dos planos. Las relaciones con el Vaticano son positivas, hay una buena relación. Como sujeto del derecho internacional ambos, como Estados. La Argentina salió del alineamiento automático que tenía en la década del ’90. En aquella época votaba en todo lo vinculado con los derechos de la mujer o a temas de población, con una posición de alineamiento automático con la Santa Sede. Así como tenía un voto alineado en materia de seguridad internacional con Estados Unidos, con las cuestiones éticas y morales tenía un voto alineado con el Vaticano. Ahora, en cambio, la Argentina tiene autonomía en todo este terreno. Esto implica un grado de mayor diálogo y mayor comprensión a la hora de pensar las relaciones. La cuestión de la Conferencia Episcopal Argentina es un tema que a mí se me escapa. Está dentro de la órbita de la Secretaría de Culto. Lógicamente, la Iglesia en la Argentina va a tener una voz también con mucha autonomía con respecto al poder político.
–¿Pero lo que sucede en la relación con el Vaticano no influye en el vínculo del gobierno con el Episcopado?
–En realidad, este papado, el de Benedicto XVI, ha dado mucha independencia a las conferencias episcopales de cada país. Ha sido un cambio político en el gobierno de la Santa Sede, esto me lo hacen notar permanentemente. Cuando tuvimos, por ejemplo, las visitas de todos los obispos argentinos que vienen a hablarle al Santo Padre de la situación de sus diócesis, cada obispo pudo hablar de acuerdo a la realidad que ve. El Papa escucha a la Iglesia argentina y a sus obispos. Pero en el manejo de la relación diplomática no deja de mostrar que tiene un interés especial en que la Argentina mantenga un diálogo como Estado laico con él. Y que se presenten los puntos de vista del gobierno.
–¿Cómo fue leído desde aquí en Roma el episodio de Benedicto XVI sobre el escándalo de la pobreza en el mundo y cómo eso fue interpretado en los medios argentinos?
–La palabra escándalo en la pobreza es una expresión importante. Ya los obispos argentinos en el 2003, en el documento “Navegar mar adentro”, la utilizan. Además, también se puede decir “el escándalo de la opulencia o de la riqueza”. Podríamos hablar muchísimo de este tema. Lo concreto es que en la Argentina se han dado pasos, sobre todo en el último tiempo, en el medio de la crisis en todo el mundo, vinculados con superar situaciones de inequidad y de pobreza. Ahora, con la asignación universal por hijo, con todo el tema del aumento del presupuesto en las áreas sociales se tiende a fortalecer toda la política social en la Argentina. Se está en un camino. La Iglesia, en la Argentina, participa de muchas de estas políticas públicas.
–Usted dice que no hay grandes diferencias en la relación con el Vaticano sino temas puntuales, uno es el obispado castrense. En este punto, ¿se va a mantener un compás de espera como aquel famoso paraguas por la soberanía de las Malvinas que decía Guido Di Tella en la relación con el Reino Unido?
–Hay una diferencia muy grande con ese paraguas. No hay paraguas. Porque acá nosotros discutimos permanentemente, durante todo un año hemos llevado (al Vaticano) toda la documentación que demuestra que la política de reforma militar en la Argentina es consensuada, que tiene apoyo de un arco de fuerzas políticas muy amplio, que las leyes de reforma militar, como la anulación del Código de Justicia Militar, han salido por unanimidad. Estamos mostrando un frente muy compacto frente a este tema. Pero de ninguna manera ese mirar para adelante deja sin asistencia espiritual, o sin el ejercicio de la libertad religiosa, a aquellos militares que lo están necesitando. Sobre todo aquellos que están en una misión especial, que pueden pedir la asistencia espiritual de la Iglesia Católica como también de otros cultos.
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