- Las calles de Roma. Quien haya visto Caro diario, la película de Nanni Moretti, podrá hacerse una idea de lo que son las calles angostas y curvas de la capital italiana. Autos estacionados a ambos lados, las clásicas motitos tipo Vespa avanzando como rayos entre los vehículos, las veredas repletas de gente caminando. Desordenada, como corresponde. El entorno –entrañable y caótico al mismo tiempo– hace sentirse más cerca de casa. El problema lo tenían los choferes de las camionetas que debían trasladar a los miembros de la delegación argentina. Ellos debían esquivar a los caminantes, adivinar por dónde los sobrepasarían los motociclistas y resistir los pedidos en español para que la caravana no perdiera de vista el coche de la Presidenta.

- La corbata de Moyano. Una empleada de la Presidencia había advertido a los miembros de la delegación que para asistir a la Comunidad San Egidio habría que ir elegantes, a los varones incluso les había sugerido ponerse traje. Cuando Moyano apareció en el lobby del Sofitel, el secretario general de la CGT lucía traje, camisa blanca y corbata oscura. Se lo notaba incómodo. Horas después, cuando la visita al Trestevere ya había terminado, el camionero cambió su vestuario por una campera negra de cuero, bastante a la moda.

- Estela, sin dormir. La titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Carlotto, decidió no sumarse a uno de los paseos por las veredas de Villa Borghese que habían organizado sus compañeros de viaje: se habían anotado Patricia Vaca Narvaja y la gobernadora fueguina Fabiana Ríos. Carlotto prefirió quedarse en el hotel a recuperar horas de sueño. Durante el vuelo desde Buenos Aires a Roma –que incluyó escalas en Recife y Málaga para abastecer al Tango 01–, Carlotto había contado la causa de su falta de sueño: el episodio de la madrugada del jueves, cuando un automóvil desconocido se acercó a su casa y sus ocupantes agredieron al policía que estaba de custodia en la puerta de la vivienda. “Escuché tiros y salí a la calle. Le habían roto el parabrisas al auto del policía”, contó. En la comitiva se interpretó el caso como un hecho extraño, más cerca de la amenaza y la intimidación que de otra cosa.