EL PAíS › OPINION
El modelo Mosconi
Por Maristella Svampa
Las puebladas de Cutral-Có, donde se originaron los primeros piquetes, y las de Mosconi y Tartagal tuvieron en común haber sido producto de la desarticulación vertiginosa de una economía de enclave, donde el rol de YPF fue mayor. En los ‘90, puebladas y piquetes convergieron por primera vez donde la experiencia de la desocupación se expresó abruptamente en el más crudo y abierto desarraigo, afectando a trabajadores que habían conocido una verdadera carrera laboral. A diferencia de Cutral- Có, en donde la acción colectiva unificadora no tuvo como corolario una fuerte organización de desocupados, en Mosconi ésta se cristalizó en una original e importante experiencia, la Unión de Trabajadores Desocupados. La particularidad de la experiencia de la UTD se expresa tanto en el modelo de acción confrontativa como en el tipo de gestión comunitaria. El primer aspecto remite a la matriz de relaciones sociales previa a la privatización, los rasgos propios del modelo “ypefeano”. Como ninguna otra empresa del estado, YPF supo sintetizar bienestar y jerarquía social. A su vez, este modelo de relaciones jerárquicas tenía una fuerte visibilidad espacial que encontró su expresión más extrema en la segregación urbana, ilustrada por Gral. Mosconi. Mientras Campamento Vespucio fue concebido como la residencia de directivos y profesionales de YPF, Gral. Mosconi, a unos pocos kilómetros, fue el asentamiento exclusivo de los trabajadores de las categorías bajas y medias-bajas. La homogeneidad social y residencial se tradujo pues en una experiencia comunitaria “fuerte”, la que sin duda está en la base del estilo de acción confrontativo de la UTD. El segundo aspecto, el de la gestión comunitaria del “modelo Mosconi”, está ligado a la acérrima defensa de una cultura del trabajo, manifiesta en la voluntad de la UTD por recrear un escenario de vida laboral, perdido luego de la privatización de YPF, a través de la transformación de los planes sociales en proyectos productivos. A diferencia de otras corrientes piqueteras, la UTD puso particular énfasis en el desarrollo de emprendimientos productivos que incluyen obra pública (construcción y refacción de escuelas, erradicación de ranchos y letrinas, espacios recreativos), huertas, ladrilleras, una carpintería y una compactadora de plástico. La actividad productiva no se sostiene solamente a partir de los planes de empleo sino fundamentalmente por la capacidad que desarrolló la organización para suplir la falta de medios y materiales para el desenvolvimiento de los proyectos. La UTD inauguró un mecanismo importante de negociación para la obtención de insumos, como son los cortes de acceso a las empresas (sobre todo a las grandes petroleras), y lidera una red de actores locales que intentan una vía alternativa de desarrollo productivo. Por ejemplo, cuenta con un plan de regulación que incluye la instalación de un Colegio Universitario, un polo petroquímico, la renovación del aeropuerto de Mosconi, la finalización del hospital. En suma, la UTD es un grupo autónomo caracterizado por un alto grado de combatividad y la búsqueda de una alternativa de desarrollo en base al “trabajo genuino”. No es raro que esta experiencia prevalezca como un símbolo de lucha y un modelo de acción comunitaria de amplias resonancias.