EL PAíS › MAURICIO MACRI TRATó DE DEMOSTRAR QUE EL PROCESAMIENTO POR EL ESPIONAJE NO LO AFECTA

Con una sonrisa para las cámaras

El jefe de Gobierno porteño reiteró que no tiene “nada que ver” con las escuchas ilegales. No descartó promover el juicio político al juez Oyarbide y dijo que no piensa pedir licencia ni dar explicaciones ante la Legislatura. Volvió a culpar al kirchnerismo.

 Por Werner Pertot

Aunque las ojeras lo delataban, Mauricio Macri hizo todo lo posible por demostrar que el procesamiento en la causa por escuchas ilegales no lo afecta: llegó sonriente a la sede de la Policía Metropolitana, bromeó con los periodistas, se subió a una moto policial y probó las luces y la sirena. Jueguito para la tribuna. Luego llegó el momento de ponerse serios: “El fallo estaba escrito desde antes de empezar la causa”, arremetió el jefe de Gobierno, y no descartó contraatacar con un juicio político al juez Norberto Oyarbide. Además, advirtió que no piensa tomarse licencia –como le reclamaron desde la oposición porteña– y que no tiene previsto presentarse espontáneamente a la Legislatura. “Yo ya di las explicaciones que tenía que dar”, respondió a Página/12.

La plana mayor del gobierno porteño lo esperaba en el Centro Unico de Comando de la Metropolitana, el lugar que Macri eligió para responder al fallo de Oyarbide que involucra al ex jefe de esa fuerza, Jorge “Fino” Palacios. Estaban el titular de la policía, Eugenio Burzaco; el jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta; el secretario general, Marcos Peña; y el ministro de Justicia, Guillermo Montenegro, que llegó a cara de perro.

La policía porteña había ordenado prolijamente los patrulleros y las motos para las cámaras. Macri salió y probó una de las motos, anduvo unos metros, usó la sirena y las múltiples luces. No se puso casco. Alguien le gritó entre la multitud: “¡Cinco puntos menos!”.

Mientras Macri contaba cuál es el equipamiento de la nueva policía –bicicletas incluidas “para patrullar las bicisendas”–, todos los funcionarios sonreían, algo forzadamente. El jefe de Gobierno hablaba de un “momento de alegría” mientras todos a su alrededor pensaban en el procesamiento por el que le venían a preguntar los periodistas. Había algo bizarro en la escena.

Ante la primera pregunta, Macri aclaró que no estaba notificado del fallo: “No es extraño que vengan a preguntar algo que se dice en el juzgado antes de que esté escrito. Antes de que empiece la causa este procesamiento estaba escrito”. “Sabíamos de este procesamiento a partir de cómo se direccionó la causa”, interpretó. Ante otra pregunta, Macri no descartó iniciarle juicio político a Oyarbide. “No descartamos absolutamente nada. Este señor ya hizo todo el daño que podía hacer. Ahora nos toca a nosotros evaluar”, amenazó.

“Nada es verdad. No tuvimos nada que ver –repitió, como un mantra–. No nos van a parar.” El líder de PRO volvió sobre su estrategia de culpar al gobierno nacional por la causa de espionaje, a la que consideró un “armado más político que judicial”. “Este gobierno está dispuesto a dar batallas que nadie quiere dar. Ponemos en riesgo la continuidad de Néstor Kirchner, que ya dijo que se quiere quedar por veinte años, pero Kirchner no va a ser presidente”, advirtió. “Hay que navegar con un oficialismo que tiene certificado de vencimiento y que va a tratar de dañar al que se opone a sus pretensiones hegemónicas”, aseguró. Eso sí: esta vez, se abstuvo de decir que la democracia está en peligro.

Además, Macri prometió que “en 2011 se va a terminar de usar jueces funcionales para perseguir a la oposición, a la Iglesia y a los medios. Se termina esta forma de usar el Estado de modo autoritario”.

–Los opositores porteños reclaman que usted se tome licencia hasta que se aclare la causa –empezó Página/12, mientras Macri se sonreía.

–Oportunismo existió siempre –fue su respuesta, risueño.

–También piensan en interpelarlo y algunos le reclaman que se presente espontáneamente. ¿Va a ir a la Legislatura a dar explicaciones?

–Yo ya di las explicaciones que tenía que dar. Ante ustedes.

Los opositores porteños varias veces le marcaron la contradicción entre esta posición de Macri hacia la Legislatura y el “respeto a las instituciones” que reclama continuamente. Macri, en tanto, parece estar convencido, como dijo, de que “nada ha cambiado”. Se retiró de la sede de la Metropolitana como llegó: con una sonrisa para las cámaras.

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Mauricio Macri sube a la moto de la Metropolitana; sus colaboradores, entre ellos el jefe de la fuerza, Eugenio Burzaco, le festejan la gracia.
Imagen: Pablo Piovano
 
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