Con cálculos oficiales que aseguran la presencia hasta ahora de más de un millón de personas, el Paseo del Bicentenario es una oportunidad auspiciosa para los que le pueden sacar rédito como paseo de compras. Los primeros en disfrutar de esos beneficios son los emprendedores que a partir de distintos programas de créditos del Ministerio de Desarrollo Social consiguieron 24 lugares entre los 72 habilitados para la venta de comida. Lucía del Carmen se vino desde Mendoza con su familia y sus productos olivícolas y ya despacharon 1600 productos. “Hermosa”, así define Lucía la oportunidad de vender sobre la 9 de Julio y piensa en la posibilidad de realizar una encomienda de urgencia “porque todavía quedan dos días y la mercadería se termina”. Pero las calles laterales y los pocos espacios que quedan entre los miles que caminan por el paseo son de los vendedores ambulantes. Fito es uno de los experimentados que cada domingo patean los estadios porteños de fútbol y confiesa que “como se terminó el torneo hay que rebuscársela con algo”. Fito ayer estuvo toda la tarde: “Pilotito, a los pilotitos”, y no esperaba un chaparrón que arruine la fiesta. “La gente es precavida y con que esté nublado basta para que marche bien”. Las posibilidades gastronómicas son varias: desde los clásicos “chori” hasta sandwichs de pan lactal y fiambre, obra de un vecino oportuno que aún tiene a un costado las bandejitas del supermercado.