Miércoles, 22 de diciembre de 2010 | Hoy
EL PAíS › FESTIVAL DE LOS ORGANISMOS DE DERECHOS HUMANOS
La sentencia fue recibida con música en la Avenida Comodoro Py. El juicio se podía seguir a través de dos pantallas gigantes. Hubo clima de festejo.
Por Laura Vales
Los que no pudieron entrar en la sala donde se dio a conocer la sentencia siguieron la lectura desde la calle, por dos pantallas gigantes montadas frente a la entrada de los tribunales federales. “Estamos yendo a todos los juicios importantes, pero éste nos toca en lo personal porque tres de nuestros compañeros son querellantes, sus padres desaparecieron en este circuito de centros clandestinos. Por eso venimos trabajando en el juicio desde el primer día”, definió Santiago García, de Hijos. La agrupación, junto a las organizaciones que integran la Mesa por el Juicio y Castigo, hizo allí un festival para esperar las condenas.
A las cinco y media de la tarde, sobre la Avenida Comodoro Py, el sol hacía humear el asfalto. La mayoría de los que llegaron para hacer el aguante desde temprano tenían menos de 30. En la columna de la juventud kirchnerista de La Cámpora, con ojo avizor, algunos llevaron sombrillas para soportar mejor el día, pero en general todo el mundo se las arregló con las ganas de escuchar las sentencias más el auxilio de un camión cisterna de AYSA que, estacionado bajo el único árbol del lugar, repartió agua a quien se la pidiera.
Para el festival se montó un escenario. Abajo, en la primera línea junto a una de las pantallas de televisión, se sentaron una veintena de militantes históricas de organismos de derechos humanos. Taty Almeida (Madres-Línea Fundadora), Lita Boitano (Familiares), Mirta Clara (querellante en el juicio por la masacre de Margarita Belén) y Lila Pastoriza fueron algunas de ellas. Junto a los pañuelos blancos, a medida que avanzó la tarde, también se pudo a ver a varios nietos recuperados como Francisco Madariaga Quintela –el hijo de Abel Madariaga, secretario de Abuelas–, Horacio Pietragala y la diputada Victoria Donda.
Además de las organizaciones más conocidas, como Hijos y La Cámpora, también hicieron acto de presencia otros grupos más chicos. La gente de Proyecto Memoria en el Krause llevó las fotos de los veinte desaparecidos de la escuela técnica. Una de esas víctimas, Jorge Lewi, estuvo en El Olimpo, donde según testimonios de los sobrevivientes fue torturado por el Turco Julián, condenado ayer a perpetua.
Unos metros más allá se ubicaba un nutrido grupo de la Juventud Sindical. “Sabemos que el sesenta por ciento de los desaparecidos eran trabajadores y queremos reivindicarlos y acompañar a los familiares”, dijo Cano Balzano. En la columna, de unas 200 personas, había delegaciones del sindicato de telefónicos, Foetra (el único en el que comparten la conducción la CGT y la CTA), los trabajadores de Peajes y Afines (que conduce Facundo Moyano), judiciales y plásticos.
Al fondo, aprovechando los dos postes de una parada de colectivos, Emilio Hannois extendió la pancarta de su agrupación, Negros de Mierda, y se puso a esperar a sus compañeros. “Peronistas más alguno de izquierda que comparte este proyecto, pero todavía con una unidad básica virtual, por Internet. Para venir combinamos por mail o por teléfono, y parece que llegué temprano.”
El festival tenía previsto arrancar con La Chilinga, seguir con Actitud María Marta, darle una entrada a Dancing Mood y cerrar con Fidel, pero apenas terminaba de tocar el primer grupo cuando el tribunal inició la lectura de la sentencia, por lo que los demás quedaron para el cierre.
El anuncio de las condenas fue recibido con aplausos. El Turco Julián fue el más abucheado de la noche; en el lento avance de la lectura del veredicto, cuando los jueces dispusieron un intermedio a pedido del represor para ir al baño ya se había hecho de noche. Pero a pesar del paso de las horas, frente a los tribunales no había menguado la cantidad de gente ni el clima de festejo.
El cielo estaba oscuro, el calor seguía siendo agobiante. Los abogados de Hijos aprovecharon el parate obligado para hacer un repaso de cómo iban los veredictos. Desde el escenario, anticipando una noche larga, una de las militantes de la agrupación sintetizó el espíritu del encuentro: “Hoy no nos vamos de acá hasta que estén todos presos. Vamos a ver cómo marchan a Marcos Paz”.
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