Lunes, 4 de abril de 2011 | Hoy
EL PAíS › UNA RECORRIDA ENTRE LOS VOTANTES PORTEñOS DEL PERONISMO FEDERAL
Hubo muchas personas mayores y pocos jóvenes votando. Los elogios a Duhalde (“puso orden”) y a Rodríguez Saá (“educación y seguridad”) se mezclaban con las críticas al kirchnerismo y a la presencia de extranjeros en la ciudad.
Por Adrián Pérez
Lucía se asoma a la ventana del Jardín de Infantes Nº 8, en Boedo 650. La auxiliar del colegio explica con paciencia que la elección se trasladó a la Escuela Martina Silva de Gurruchaga, enfrente del jardín. En el corazón de Boedo, esa escuela fue uno de los quince establecimientos donde Alberto Rodríguez Saá y Eduardo Duhalde midieron fuerzas en el primer escalón de la interna del peronismo disidente. Del frente del colegio cuelga una bandera de la Juventud Universitaria Peronista, con el mensaje “Universidad por Duhalde Presidente”; también una gigantografía con la imagen del precandidato y su slogan de campaña: “compromiso y participación”.
Los porteños que votaron en Almagro y en Boedo marcaron el ritmo que se vivía en la Comuna 5, durante la primera escala del Peronismo Federal en su búsqueda por definir quién será su candidato. Con mucho optimismo, fiscales y autoridades de mesa definían como muy importante la participación en las urnas. Sin embargo, a las 17.30, habían votado 1600 personas de un padrón de 177.537. El perfil del elector promedio respondía a hombres y mujeres de entre 50 y 60 años. Los jóvenes, por su parte, tuvieron una escasa presencia, al menos en la Escuela 22, en Boedo 657. Eso sí: la jornada fue tranquila y no hubo necesidad de la custodia policial que le había pedido Duhalde, formalmente, a la ministra de Seguridad, Nilda Garré.
En una mesa de informes, Alejandra despotrica contra la organización. “Quiero votar, pero esto no es nada práctico, me mandaron a Alberdi 163”, se queja la mujer, mientras sostiene a su caniche toy, ante la mirada impávida de un militante que sólo atina a preguntarle el apellido. Lilia Díaz, fiscal suplente de los Rodríguez Saá, observa la escena y asegura que los militantes de Duhalde llevaron gente a votar en taxis y remises. “Nosotros no contamos con esa estructura”, afirma, resignada, y sostiene que el día es “muy tranquilo, en armonía y paz”. A diferencia de los del dirigente lomense, los carteles del puntano brillan por su ausencia en la entrada del colegio.
No bien el umbral de la escuela queda atrás, dos mesas aparecen en un patio cubierto y otras ocho se desparraman en una galería a cielo abierto. En sus notebooks, los fiscales puntanos llevan el control de las personas que ya votaron. Los partidarios de Duhalde puntean a mano el padrón. Alberto Mateo, delegado general de la Junta Electoral del PJ Federal, sostiene que la mañana fue movida, pero reconoce que la participación de la juventud, hasta ese momento, fue muy baja. Para Mateo, los comicios se desarrollaron con “total normalidad”, lo que provocó que no hiciera falta la presencia de seguridad. “Hubo muchos independientes, gente que no está de acuerdo con el modelo actual de país, muchos trajeron sus boletas desde la casa.”
Daniela, 40 años, se afilió al PJ en 1992: “Duhalde es el único que puso en orden el país”, dice, y asegura que en la calle “toda la gente dice que va a votar por Duhalde”. A las 16.30, cuarenta y cinco jóvenes de entre 18 y 22 años habían votado en la mesa 60, donde Federico fiscaliza: “Los que votan por Rodríguez Saá se autoconvocan, mientras que la gente que elige la otra lista fue movida por punteros”, susurra. Claudio milita en la Lista Verde de Duhalde y en la Comuna 5, en el espacio de Jorge Todesca. Dice que los mayores fueron los que más se movilizaron porque son los que vivieron el primer peronismo y sienten “un profundo rechazo por los métodos del kirchnerismo. La gente grande se queja de la inseguridad, de los precios y la inflación, de 6, 7, 8 y del canal público”, advierte. Y recuerda un acto que el ex presidente organizó días atrás en Parque Saavedra, donde una fan le gritaba: “Doctor, doctor, tiene que sacar a esta mujer porque está loca”. “Hay gente más reaccionaria que otra”, reconoce el militante.
Después de pasar por el cuarto oscuro, Dora, 73 años, protesta por la poca publicidad de la elección interna y señala que Rodríguez Saá “resulta poco creíble”. “Que los puntanos se queden en su provincia”, exige. Mientras se forma una cola de siete personas en la mesa 52, Juan Bautista, comerciante, 33 años, señala que se acercó a votar “para que se vayan estos zurdos mugrientos del gobierno”. En la ciudad lo seduce la política de Mauricio Macri y en la provincia de Buenos Aires, la gestión de Duhalde. “Vine por el Cabezón”, agrega.
Todos los fiscales de la comuna coinciden que la “urna record” de la tarde estaba en la mesa 51. A las 17, aseguran, habían pasado unas 270 personas. Mirta fiscaliza la Lista Verde. Mientras muestra su padrón en papel y observa el punteo que César lleva en su notebook, sostiene: “Ese es el futuro, éste es el pasado”. Enfundada en sus gafas oscuras y en la resaca de la noche anterior, Natalia, 24 años, atina a decir que la interna le parece “justa” porque “el candidato tiene que salir de la decisión de la gente”.
María Elizabeth, 75 años, quiere evadir el diálogo con Página/12, pero termina diciendo que conoce a Duhalde y cuenta una anécdota: “Llevé gente a votar en mi camioneta, en 1983, cuando fue electo intendente de Lomas de Zamora. Ese día llovía a cántaros. El PJ dio troqueles para cargar nafta, no solamente a mí sino a otras personas que acercaron autos y colectivos”. Oscar, 57 años, es afiliado al PJ desde 1972 y también recuerda al precandidato del Peronismo Federal, pero algunos años más atrás, en 1975, cuando ocupó la intendencia de Lomas de Zamora después. “Duhalde no estaba primero en la sucesión, ni en la lista, y no llegó a la intendencia por la elección de la gente, eso está clarísimo.” Oscar fue a votar porque los antiguos compañeros se lo pidieron.
Afuera de la escuela está Aldana, 27 años; ya votó por el mismo candidato que apoya desde hace tiempo. Sus expectativas se fundan en “la educación y seguridad de San Luis”. “La ciudad se está viniendo abajo, está superpoblada por gente de las provincias y de los países limítrofes –explica–. Quiero que los manden a su lugar de origen, por eso me gusta Macri.”
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