EL PAíS › EN LOS BUNKERS DE LOS CANDIDATOS

Marchita y cuarteto

 Por Miguel Jorquera

Desde Córdoba

En el bunker de la oficialista Unión Por Córdoba fueron los primeros en festejar. Incluso antes de que terminara la elección comenzaron a cantar la marcha peronista, seguida por el ritmo de los cuartetos. El amplio salón de una ex concesionaria de autos, sobre la céntrica avenida General Paz al 300, tenía todo la impronta del publicista de José Manuel de la Sota, Ramiro Agulla: sin símbolos partidarios, y todo pintado con los colores e imágenes del candidato, su compañera de fórmula y algunas de las publicidades callejeras más logradas. Adentro, donde ya costaba mucho ingresar, sólo colgaba desde un costado una gigantografía, una foto en blanco y negro de Juan y Eva Perón muy jóvenes.

Apenas media hora después de cerrados los comicios, se cortó la avenida para montar un escenario desde donde después hablaría De la Sota, con los equipos de sonido y un espacio para las cámaras de TV. Una banda de vientos acompañaba los cánticos de los militantes que empezaban a concentrarse, todos dirigidos “al gorila de Luis Juez”.

El único momento que rompió el clima de festejos fue cuando afloró la difícil relación entre el PJ cordobés y el kirchnerismo local: un nutrido grupo de militantes K, encabezados por el abogado Ricardo Moreno, que acompañaron la postulación de De la Sota, llegaron al bunker para sumarse al festejo. Pero les prohibieron el ingreso. Las discusiones subieron de tono, hubo empujones y trompadas. Hasta que alguien logró mediar y frenó el escándalo. Los kirchneristas se fueron sin poder entrar.

A ocho cuadras de allí, sobre la misma avenida, la tradicional Casa Radical estaba vacía. Los dirigentes que ya habían llegado –entre ellos, los diputados porteños Ricardo Gil Lavedra y Silvana Giudici–, repetían que había que esperar el escrutinio. Adentro, el salón acondicionado para los discursos, adornado con globos multicolores, consignas de campaña y fotos de Oscar Aguad, estaba desierto. Los dirigentes históricos de la UCR, Amadeo Sabattini y Ramón Mestre, sonreían desde dos grandes imágenes sobre los laterales del salón. En cambio, las imágenes de Arturo Illia y Ricardo Balbín estaban tapadas por un gran telón que reproducía el símbolo de la campaña de Aguad: “A+” y el slogan “Juntos es mejor”.

Más lejos, en el segundo subsuelo del Hotel Sheraton, los escasos militantes juecistas esperaban decepcionados alguna explicación entre tazas de café y copas de agua. Las pantallas gigantes reproducían imágenes de la campaña de Luis Juez, y por allí se mostraban los diputados Claudio Lozano y Victoria Donda. Un rato después, Juez se reunía con Hermes Binner en una habitación del mismo hotel para evaluar la situación. Ya eran las 22.30 pasadas y el escrutinio oficial marcaba sólo el 6 por ciento de las mesas escrutadas. De todos modos, minutos más tarde, Juez apareció en escena para reconocer la derrota.

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