Agrupaciones políticas, sociales, gremiales, de derechos humanos y estudiantiles de izquierda se movilizaron ayer a la Plaza de Mayo al cumplirse el décimo aniversario de la revuelta popular del 19 y 20 de diciembre de 2001. Además de recordar a los asesinados durante la represión lanzada, antes de caer, por el gobierno de Fernando de la Rúa, los convocantes acordaron una serie de consignas que fueron el eje del documento leído sobre el escenario montado en la plaza.

Mientras las columnas seguían llegando, los locutores de acto vociferaban: “No al tarifazo y ajuste K; por paritarias libres y sin topes salariales; la huelga es un derecho, no una extorsión; cierre de las causas, anulación de las condenas y libertad a los luchadores, basta de asesinatos, castigo a los culpables, no a la ley antiterrorista; que la crisis la paguen los grandes capitalistas”. También pidieron el esclarecimiento del crimen del militante del Partido Obrero Mariano Ferreyra, como así también la aparición con vida de Jorge Julio López y de Luciano Arruga.

“Los movimientos sociales tenemos un proyecto y no es éste”, escribieron con aerosol sobre las paredes del Congreso. “Somos los hijos del Argentinazo”, podía leerse sobre la Catedral, y “Nos siguen matando”, sobre una de las gigantografías de la muestra de Argra. “Nos sobran motivos para marchar, la masividad del movimiento piquetero, las asambleas populares, el proceso de fábricas recuperadas y la irrupción en la escena social de los jóvenes dejaron profundas huellas en la conciencia del pueblo”, expresaron en el documento consensuado entre los partidos de izquierda, Proyecto Sur y demás firmantes. “Para llevar adelante el ajuste, cínicamente denominado ‘sintonía fina’, el Gobierno se propone avanzar sobre los derechos de la clase obrera, como lo demuestran con contundencia las palabras de la Presidenta que atacó el derecho de huelga”, dijeron en otro párrafo. Y cuestionaron tanto las patotas de Macri para golpear a docentes como la “tercerización de la represión que el Gobierno delega en la burocracia sindical”. Cuando las columnas ya se retiraban, un grupo sin identificación partidaria chocó con militantes del PO y luego incendió el árbol de Navidad colocado en plena plaza por el gobierno porteño, que repudió el hecho.