Lunes, 26 de marzo de 2012 | Hoy
EL PAíS › LA HISTORIA DE JOSé MARíA GALANTE
“Denle un repasito”, recomendó el 5 de octubre de 1969 un comisario jefe en la Dirección General de Seguridad (DGS), edificio ubicado en pleno corazón de Madrid que aún funciona bajo otra institución en la Plaza del Sol. Era la primera vez que detenían y torturaban a golpes a José María Galante, ahora uno de los 40 nuevos querellantes, ex presos políticos, que apelan a la demanda argentina por los crímenes del franquismo. “No debe haber sido mucha cosa, porque no recuerdo haber perdido el conocimiento”, ironiza hoy a los 63 años, tras haber sufrido durante siete años, hasta 1976, distintas reclusiones y haber perdido noción del tiempo más de una vez.
“En nuestro país se nos han cerrado todas las puertas. Lo sucedido con Garzón es un buen ejemplo, pero debéis saber que llevamos años pidiendo la anulación de nuestros juicios, realizados por tribunales ilegales en aplicación de unas leyes manifiestamente contrarias al derecho internacional. Ni siquiera se han anulado los procesos de Federico García Lorca o Miguel Hernández”, explica el nuevo demandante que viajará al país para difundir la querella.
El número de afectados por detenciones como la que sufrió Galante entre el ’63 y el ’77, según registros del Tribunal del Orden Público (TOP), es de 50 mil, según pudo averiguar la Asociación La Comuna de presos y represaliados del franquismo. “El número de las personas que participarán en la querella es una incógnita, dependerá sobre todo de la difusión que tenga una iniciativa que resulta incómoda a las instituciones, los partidos y parece que a los propios medios.”
Galante comenzó a desarrollar actividades contra el franquismo prácticamente desde su ingreso a la Universidad de Madrid y militó en la Liga Comunista Revolucionaria (LCR) desde su fundación en 1970 hasta su disolución en 1994. El hecho que determinó su férrea oposición al régimen fue el asesinato de su compañero y delegado sindical de una agrupación estudiantil, Enrique Ruano Casanova. Según denuncia, lo habían secuestrado, torturado en la DGS y dijeron que había sido un suicidio.
“Yo entonces tenía 20 años, me hice mayor de golpe. Decidí que no había nada más importante en mi vida que la lucha contra aquella dictadura asesina”, cuenta a Página/12 Los tres policías responsables de su detención y torturas se retiraron como comisarios jefes y fueron condecorados por los “servicios prestados” en 27 ocasiones, algunas de ellas en democracia.
En total estuvo preso en cuatro oportunidades, la última de ellas entre 1973 y 1976, cuando fue puesto en libertad con la primera amnistía. Cada vez, lo sometieron a un interrogatorio por sus actividades políticas. Pese a lo vivido, es humilde: “Hay muchos que la pasaron peor que yo”, dice.
Su segunda detención, de diez días, se produjo el 24 de febrero de 1971. Esta vez, lo detuvieron en el marco de la búsqueda para su exterminio de nueve militantes de ETA. Nuevamente lo llevaron a la DGS. “En esta ocasión, me desnudan y me dejan en la zona de interrogatorios ‘especiales’ varios días, perdí noción del tiempo –cuenta en el testimonio de su querella–. Me aplicaron la ‘bañera’ y también sufrí la ‘barra’, por la que me cuelgan por la articulación de las rodillas, de forma que los glúteos, genitales y las plantas de los pies quedan expuestos a los golpes. Se turnaron bastantes policías, pero recuerdo por su especial ensañamiento a Roberto Conesa, José Antonio ‘Billy, el niño’ González Pacheco y Juan García Gelabert.”
Hasta el momento, La Comuna ha identificado a más de 100 torturadores. “Los recordamos porque algunos, especialmente sádicos, no dudaban en hacerse autopropaganda, tal era su sensación de impunidad. Sobre los más recatados, hemos podido identificarlos a partir de las actas de declaración en la BPS u otros documentos”, detalla Galante.
Informe: R. M.
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