El proyecto de ley con que Macri aspira a robustecer el poder de la AGC se justifica, a su saber y entender, en que el organismo es “uno de los pilares de la política preventiva del gobierno en materia de seguridad, salubridad e higiene”. La asociación civil Vecinos de Belgrano, que preside el médico Enrique Banfi, se niega a aceptar que la agencia pueda mostrar un certificado de aptitud en esos rubros. Le presentaron una nota a Gómez Centurión donde denuncian mediante fotografías “cómo se prepara la comida que se vende en ‘comederos’ del sector (llaman así a locales de venta ilegal de comida hacia la vía pública)” del Barrio Chino, ubicado en el Bajo Belgrano. “En una terraza –afirman– la comida queda a la intemperie, depositada en el piso, durante el día y la noche, expuesta a vectores (insectos, roedores, pájaros) y a sus excrementos. También se observa cómo la comida se prepara en el piso, al lado de suciedades y de basura.” La asociación responsabiliza a Gómez Centurión por no aplicar las leyes, ya que “omite fundamentadas denuncias presentadas de manera conjunta por varias asociaciones vecinales del sector, poniendo en riesgo la salud de la población”. Con parecidos argumentos, especialistas en Síndrome Urémico Hemolítico (SUH) mostraron que la enfermedad se multiplicó por tres y que continuó en ascenso en 2012. La OMS recomienda: las agencias de control de alimentos deben estar en el área de salud y no en agencias de recaudación. Tampoco se realizan campañas de prevención específicas en los locales más afectados. El aumento del SUH se relaciona con el incremento de las enfermedades transmitidas por alimentos. Este síndrome es más común en los niños y se presenta frecuentemente después de una infección gastrointestinal, usualmente causada por un tipo específico de la bacteria escherichia coli, que suele estar presente en la carne vacuna mal cocida y en la leche sin pasteurizar.