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En la Ciudad de Buenos Aires, el traspaso de las fábricas recuperadas a las cooperativas de trabajadores se está realizando a través de la figura del comodato. Una vez expropiadas, las máquinas pertenecen al Estado, que las presta de manera gratuita a las cooperativas. Los edificios, en cambio, se expropian de manera temporal, por un plazo de dos años en los que el dueño recibe del gobierno el pago de un alquiler. Vencido ese plazo, debe renegociarse.
La expropiación no es una medida impugnable. Una vez que está aprobada (la decisión corresponde a la Legislatura, que para cada caso debe hacer una ley específica), los dueños la tienen que aceptar, y sólo pueden discutir judicialmente el monto que van a recibir a cambio. En la Capital todavía no se pagó ninguna expropiación.
“El presupuesto local tiene este año un Fondo de un millón y medio de pesos para ese tema, para tener con qué pagar a medida que lo vaya ordenando la Justicia”, dice Eduardo Hecker, secretario de Desarrollo Económico.
El funcionario comparte en algunos puntos el reclamo por la modificación de la Ley de Quiebras. “Una de las cosas que ocurre cuando se produce la quiebra es que los acreedores recuperan muy poco. En Estados Unidos se comprobó que, en promedio, los acreedores recuperan el 7 por ciento del total de sus deudas. En la Argentina debemos estar en niveles parecidos porque, debido a la obligación de liquidar los bienes, las máquinas se venden a precios ridículos. Muchas han sido compradas por inversores extranjeros y llevadas luego fuera del país.”