EL PAíS › RESULTADO DE LA PRIMERA REUNION BILATERAL ENTRE ARGENTINA Y URUGUAY
Las diferencias que saltan a la vista
Por Martín Piqué
El estrado estaba en medio de un parque boscoso, frente a la estancia Anchorena, una casa de campo ubicada a 30 kilómetros de Colonia y donada al Estado uruguayo por esa familia de la oligarquía. Al estilo de los discursos en los jardines de la Casa Blanca, los anfitriones habían colocado el micrófono y el estrado en medio del césped, a unos metros de la mansión de estilo inglés. Néstor Kirchner y Jorge Batlle aparecieron por un costado, el argentino más formal y el oriental con saco sport y camisa oscura. Era la primera vez que se mostraban juntos en una reunión oficial desde la asunción de Kirchner. Se notaba que hacían un esfuerzo por lucir distendidos ante la prensa: intercambiaron elogios y resaltaron sus coincidencias. Pero las diferencias se colaron pese a todo, en especial cuando hablaron los cancilleres Rafael Bielsa y Didier Opertti.
En la charla participó el ex presidente Eduardo Duhalde, que con el viaje de ayer inauguró su labor como titular de la Comisión de Representantes Permanentes del Mercosur. De hecho, Duhalde eligió el bajo perfil y evitó hablar ante la prensa. También estuvieron Bielsa y Opertti, quienes luego se encargaron de hablar con los periodistas. Según ambos cancilleres, los presidentes hablaron de cuatro temas: la consolidación del Mercosur en sus aspectos comercial, físico e institucional, la búsqueda de los restos de María Claudia Irureta Goyena de Gelman (ver nota central), el demorado puente Buenos Aires-Colonia y la instalación de una fábrica de celulosa en el margen oriental del Uruguay que podría contaminar el río y afectar a la población de Gualeguaychú.
“En primer lugar quiero agradecer a nuestro amigo y también la sinceridad y profundidad de la reunión. Hemos podido tocar temas difíciles”, relató Kirchner tras el encuentro. Enseguida anunció que había invitado a Batlle a una nueva reunión, que se hará en Calafate, frente al glaciar Perito Moreno. Como los presidentes no aceptaron preguntas, luego llegó el turno de los cancilleres, que se encargaron de responder las consultas de los periodistas. Entonces volvieron a quedar expuestas las diferencias entre Argentina y Uruguay con relación al Mercosur. Así, cuando Bielsa habló de la “integración institucional” –que para Lula y Kirchner implica crear un Parlamento común–, Opertti lo interrumpió con diplomacia para pedir que la vía política “no invalide” a la comercial.
También hubo diferencias cuando Bielsa se ocupó de las discusiones que se dan en la Organización Mundial del Comercio. El canciller criticó los subsidios y reivindicó el papel del “G-20 plus”, un grupo de países productores de alimentos encabezados por Argentina, Brasil e India que se enfrentan a los subsidios de Estados Unidos y Europa. “Hemos tenido matices y modulaciones un tanto distintas”, admitió el uruguayo Opertti. Luego dijo que su país participaría de una reunión del grupo pero sólo como “invitados del anfitrión”. Las aclaraciones se entienden por el tipo de relación que Batlle tiene con George Bush, quien intercedió ante el Fondo para que Uruguay obtuviera ayuda para su sistema financiero.
Más allá de los esfuerzos por mostrarse en sintonía, otros matices quedaron expuestos cuando los dos cancilleres hablaron de política económica. Bielsa resaltó el “crecimiento con equidad” mientras que Opertti destacó la importancia de la “apertura de los mercados” para poder comerciar y pagar la deuda externa. También provoca diferencias la insistencia de Uruguay con el puente entre Buenos Aires y Colonia, que no parece tan urgente para Kirchner. Evidentemente, las diferencias son profundas y subsisten a pesar de los gestos diplomáticos.
La reunión fue seguida con atención por los periodistas uruguayos, no sólo por la primera visita de Kirchner sino por la llegada de Duhalde. En especial, había mucho interés por el decreto que anuló la renegociación del contrato de Aeropuertos Argentina 2000 que firmó Duhalde cinco días antes de dejar el cargo. Es que la empresa de Eduardo Eurnekian compró conotros socios el aeropuerto de Montevideo a través de una subasta, un método discutido que el miércoles fue observado por el Parlamento uruguayo.