EL PAíS › LA CONTRAOFENSIVA DE LA REPRESIóN

Miedo al sabotaje

 Por Juan Ignacio Provéndola

Una nueva línea de investigación se abre a fines de 1977 con un memo de la SIDE titulado “Posible plan de sabotaje al Mundial 78”. El mismo daba cuenta de que “se estaría gestando la preparación de un plan de acción saboteador con el propósito de hacer fracasar la realización y transmisión del Mundial”. Entre sus instigadores se señalaba a cuatro organizaciones: Montoneros, el Ejército Revolucionario del Pueblo, el Partido Socialista de los Trabajadores y la Resistencia Peronista de Izquierda. Según los informantes de inteligencia, los objetivos tendían a “dar una imagen de que la subversión tiene el poder en la argentina”, a la vez que “se trataría de exponer por la televisión, en cadena con todas las latitudes, de que en la Argentina se vive una sangrienta y aberrante transgresión de los Derechos Humanos”, con el fin de “causar un fuerte impacto psicológico ante millones de evidentes”.

Por ese entonces, desde el exilio, Montoneros organizó una serie de conferencias de prensa y de contactos con distintos medios de prensa del planeta para manifestar su plan de acción en la próxima Copa del Mundo. La iniciativa tenía el primordial objetivo de desprenderse de cualquier tipo de acción terrorista que pudieran endilgarles, a la vez de reafirmar que el único interés de la organización era el de efectuar distintas tareas de propaganda durante el certamen. Las más difundidas fueron las que realizó desde Roma el secretario de Relaciones Exteriores de Montoneros, Fernando Vaca Narvaja, y también la que promovieron en México Miguel Bonasso, Silvia Berman y Ernesto Jauretche. En ambas oportunidades se insistió con la idea de usar la promoción del Mundial para “mostrar la verdadera Argentina”, en la que había “persecuciones, presos políticos, torturas y desaparición forzada de personas”.

Un extenso informe de inteligencia pretende anticiparse a estos acciones a partir de la captura de tres personas vinculadas a Montoneros en Uruguay, lo cual refleja también el despliegue del Plan Cóndor en beneficio de los trabajos de espionaje vinculados al Mundial 78. En base al “interrogatorio al cual fueron sometidos estos sujetos”, el parte desarrolla lo que considera el “accionar de Montoneros con relación al Mundial”. Allí se habla de “la utilización de todo argumento que conduzca a crear una estructura desfavorable hacia nuestro país” a través de la distribución de “boletines y folletos con descripciones generales del país, con su realidad actual de luchas populares, resistencia armada y terrorismo de Estado”.

En el mismo memo se menciona la “utilización mediante piquetes de concentraciones de multitudes” y hace particular hincapié en una de las obsesiones que rondarán a los servicios de inteligencia en lo sucesivo: la concreción de “interrupciones sonoras durante la televisación de los partidos”. Se describe allí una red de sistemas cuya base se ubica en Balcarce, con nudos retransmisores en Pachecho y Don Bosco y con el apoyo adicional de “un buque situado a conveniente distancia de la Costa Argentina”. Asimismo, se habla de una segunda etapa técnica que se desplegaría sobre Mar del Plata, Rosario, Córdoba y Mendoza, futuras sedes mundialistas.

En efecto, Montoneros había grabado un audio de aproximadamente diez minutos en el que detallaban todas las denuncias que había desparramado durante 1977 en distintos medios del mundo y en organismos de Derechos Humanos. El mismo comenzaban con un fragmento de la Marcha Peronista y fue introducido de manera clandestina en las transmisiones de distintos partidos del Mundial. El día del encuentro inaugural se escuchó en la zona de La Plata y en ocasión de Argentina-Francia sucedió algo similar en Mar del Plata. Así lo reflejaban incluso algunos medios extranjeros, como el diario El País de España, que en un artículo señaló que “una de las interferencias se produjo al término del primer tiempo en el choque entre Argentina y Polonia, donde se pudo escuchar parcialmente el mensaje guerrillero sobre las imágenes de los anuncios publicitarios”.

Según se relevó, las interferencias fueron realizadas desde equipos montados en automóviles, desde los cuales se efectuaban fugaces “pinchaduras” antes de darse a la fuga. A pesar de los trabajos de espionaje realizados por la SIDE y la Dippba, las tareas no pudieron ser contrarrestradas. Incluso varios informes describen con impotencia la dificultad de rastrear a los vehículos por la presencia de numerosas personas que se lanzaban a las calles para celebrar las sucesivas victorias del Seleccionado Argentino.

Los esfuerzos de los servicios de inteligencia por anticipar estas acciones dejan como dato accesorio una curiosidad. Tiene que ver con la sorpresiva incapacidad de los espías policiales para advertir otra maniobra de igual o mayor envergadura: los alrededor de 18 bazookazos que Montoneros efectuaron sobre distintos objetivos durante el Mundial, entre ellos la ESMA. La tarea, en su momento, había sido evaluada por la organización guerrillera como uno de los mayores logros de su plan destinado a debilitar al gobierno de facto. Aunque el triunfo militar, en este caso, estribaba en otra cuestión: la nula repercusión pública y periodística de estos hechos. Argentina venció a Holanda en la final y se consagró campeón mundial de fútbol por primera vez en su historia. La Junta Militar entregó la Copa y capitalizó el logro en su beneficio.

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