Lunes, 14 de septiembre de 2015 | Hoy
Por Juan Ignacio Provéndola
Entre los distintos protocolos dispuestos por el Ente Autárquico Mundial 78 que estaba a cargo de la organización, se encontraba aquel destinado a la recepción de los medios de prensa internacionales. Bajo la fachada de facilitar la tarea del periodismo extranjero subyacía una misión sensible: controlar y evitar la difusión de contenidos inconvenientes con los objetivos de la Junta Militar.
Un informe de inteligencia destacaba esta inquietud y aseguraba que los periodistas extranjeros cumplirían dos finalidades: como “reporteros en sí” y como “atentos observadores de la situación interna que vive el país en relación a los derechos humanos”.
Se puntualizaba la atención en periodistas franceses y austríacos, quienes “vienen con la consigna primaria de seguir atentamente todas las actividades de cuanto personal uniformado se encuentre en la calle”. En la observación se asegura que “por cada nota, por insignificante que sea, en las que se hagan referencias a un abuso de autoridad, a cada periodista se le reportaría la suma del orden de los 3000 a 5000 dólares”.
Asimismo, el legajo incluye un recorte periodístico del periódico El Socialista de España, publicado el 18 de diciembre de 1977, cuyo texto denuncia que “la Junta Militar contrató los servicios de una empresa multinacional de relaciones públicas y publicidad que elabora un programa de acción en que prevalecen dos objetivos: lavar la cara a la imagen internacional del régimen e influencias a la prensa extranjera por cualquier precio”.
El artículo instaba a la selección española a no presentarse al Mundial de Argentina, país en el que se “almacenan en condiciones infrahumanas a miles de presos políticos y en donde se realizan ejecuciones que la policía cataloga eufemísticamente como desapariciones”.
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