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“Este atentado es claramente un acto de violencia política grupal que me recuerda los peores momentos de Argentina por tanto, merece el repudio del conjunto de los sectores democráticos del país. Entendemos que es un ataque, por supuesto, a un sector político determinado pero es un ataque al conjunto de la democracia”. En diálogo con Página/12, Martín Sabbatella hace un diagnóstico sobre el atentado en Villa Crespo. Inscribe el hecho como un “hito” en la escalada de violencia abierta desde diciembre.

–¿Cómo se enteró?

–Acá se inauguró un local. Se inaugura locales todo el tiempo. Un local de barrio, de Nuevo Encuentro, con la militancia kirchnerista del barrio con todas las organizaciones. Era una suerte de fiesta. Estaba la dirigencia de Capital arriba del escenario, y empieza esto. Ahí nos enteramos. Nos parecía una locura, una cosa increíble. No recuerdo hechos de violencia política de este tipo, o sea disparar a mansalva a gente –como disparar a un local de La Cámpora el viernes en Mar del Plata– desde la apertura democrática. Tuvimos en estos 30 años situaciones de gatillo fácil de la policía, asesinatos en marchas, patota sindical que mató gente. ¿Pero esto de disparar a mansalva a 400 personas en un acto? No estamos lamentando muertos de casualidad.

–¿Cuál es el diagnóstico?

–Entendemos que es un ataque, por supuesto, a un sector político determinado pero es un ataque al conjunto de la democracia. Y me parece que no puede haber ningún sector político del pensamiento que sea que no exprese enérgicamente su repudio.

–¿Es un llamado a que se pronuncien otros sectores?

–Creo que el presidente Mauricio Macri tendría que expresar su enérgico repudio a un acto de violencia política que lesiona nuestra democracia y que podría haber terminado con la vida de ciudadanos militantes políticos. Por otra parte, creemos que es consecuencia de un clima violento que se esta generando en Argentina. Hay un clima violento fruto de la violencia verbal, discursiva, que sale de la propia esfera del gobierno nacional con ministros hablando de la “grasa militante”. Con ministros con opiniones que asocian la militancia a la corrupción, a los ñoquis y a los vagos. La “grasa militante” aparece como lo que hay que extirpar. Y asociarla a algo negativo, sin valor, a personas que van a tomar el Estado como “botín de guerra”, construye violencia verbal que se transforma en violencia institucional. Hacemos un llamado a que el Gobierno actúe con responsabilidad porque la violencia verbal puede tener consecuencias graves.

–¿Lo ven como un paso de una escalada?

–Una escalada de hechos violentos que se expresa en Mar del Plata. Pero también en la represión en Cresta Roja, en distintos lugares del país, de la misma manera. Por eso vamos a pedir que el Gobierno revea esa lógica discursiva porque en medio de los discursos por el diálogo generan absolutamente lo contrario.

–¿Qué pasa si se trató de una persona fuera de sí?

–Subestimar la gravedad de esto es un acto de irresponsabilidad. No hay duda de que esto es producto de la violencia política, lo haya hecho quien sea: adelantar hipótesis o subestimar lo que sucedió es grave y no colabora con que no suceda. Quien lo hizo encontró una habilitación del orden que sea, para hacerlo. La respuesta unánime tiene que ser sin dobleces: repudiar un atentado que pudo haber terminado con muertos. Una persona que dispara a 400 es un asesino y hay que repudiar este acto que lesiona la democracia.