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“Si no están de acuerdo mejor que no nos voten”

Mariano Arana, intendente frenteamplista de Montevideo, donde vive casi la mitad de los uruguayos, explica por qué la coalición no quiere mentir.

Por M. G.

En el local de “Vertiente artiguista”, la agrupación del intendente montevideano Mariano Arana, sobre la calle San José esquina Zelmar Michelini, alguien se despide por teléfono: “Sí. Impecable, vo. Impecable. Un abrazo grande. Hasta la victoria”. No lo dice fuerte ni enfático. Suena natural. Casi con la misma voz satisfecha de Arana en la que se vislumbra una conclusión que él no dice con todas las letras: deuda aparte, la economía está mejorando pero Jorge Batlle no llega a capitalizarla, y el Frente Amplio puede arrancar bien.
–¿Qué cambia ya mismo, si su coalición gana hoy?
–Algo que, aunque le suene paradójico, aliviará a los uruguayos, e inclusive a los que no nos voten a nosotros: va a mejorar la credibilidad del sistema democrático. Hace 15 años que gobernamos Montevideo, primero con Tabaré Vázquez y después conmigo, y la gente sabe que no somos clientelistas ni hacemos favoritismo. Si un puesto no es técnico, se nombra por sorteo. Si es técnico, por concurso. En 1990 teníamos 13.800 empleados en la intendencia. Hoy, 8600. Y sin drama.
–Por la biología.
–La biología, las opciones personales, el fallecimiento...
–¿El gobierno de Jorge Batlle es corrupto?
–Digamos que no fue capaz de revertir las prácticas poco transparentes que minaron a los partidos tradicionales. Y a veces verdaderos delincuentes con muchos nombres y apellidos pudieron apropiarse de los ahorros de miles de familias generando un colapso. Pero no vamos a ganar solo por ellos. Ganamos, sobre todo, por nosotros. Demostramos en la práctica conductas notoriamente solidarias con los más débiles. Y no mentimos para conseguir votos.
–¿No mintieron adónde?
–Por ejemplo a los más ricos, a los de Carretas y Pocitos. Fui y les dije: “Acá recaudamos más, pero acá no vamos a invertir más. Vamos a invertir más en los barrios pobres”.
–¿Qué pasaba cuándo decían eso?
–Muchos nos aplaudían.
–¿Y después los votaban?
–No sé, pero si no estaban de acuerdo con invertir en las zonas pobres que no nos votaran. Total, había otras opciones. Así y todo, gobernamos después de sacar siempre más votos. Pasamos de 35 a 45 por ciento, y de ahí a 58 por ciento. Según las encuestas, nuestra intención de voto está por encima del 60 por ciento. Mejoramos la gestión y mejoramos los controles. Y descentralizamos en 18 consejos. Los vecinos eligen por voto secreto las conducciones de esos consejos y deciden las prioridades de inversión. Hay que pasar 18 exámenes, ¿eh? Disculpe si le repito una frase, pero la digo siempre y la creo: hemos dicho lo que pensamos y hemos hecho lo que dijimos. Me parece que eso en absoluto es lo común.
–¿Qué hicieron en las zonas más pobres?
–Lo que nos pedían primero: salubridad. No podían vivir expuestos a la basura, a la inmundicia. También limpiamos las playas. Claro, para los que viven en el centro y tienen dinero las playas son el lugar del pretostado antes de ir a Punta del Este, pero para los que rellenan los ómnibus los domingos bajando del Cerro esas playas son las únicas que verán. ¿Y sabe qué nos pedían después? Cultura, bibliotecas, la filarmónica, la comedia nacional. Algunos cuestionaron que gastáramos dinero en cultura. Pero nosotros no entendemos la cultura como un espectáculo para pobres. Esa es una concepción elitista.
–A nivel nacional van a tener un desafío económico serio.
–Sí, claro, pero aumentó la recaudación y la gente empieza a dejar los depósitos en el banco. Y además nos favorece el precio de la soja, la carne, la lana y el girasol. Pero no le digo esto como un justificativo para no mejorar nuestro perfil productivo y terminar con la desocupación abierta del 13 por ciento. Usted está en un local artiguista, y Artigas se basaba en tres pilares: una democracia radicalmente republicana, la apuesta a la patria grande y la dimensión social de la política. Nada menos que en 1815 Artigas ordenó un reparto de tierras, una especie de reforma agraria de esa época, y en el vocabulario de principios del siglo XIX reclamaba “que los más infelices sean los más privilegiados”. A nosotros nos ayuda un fenómeno que es muy uruguayo: una parte de la clase media está preocupada por la situación de los sectores de menores recursos y está dispuesta a una actitud más solidaria desde el Estado.
–Una crítica apunta a que, en el gobierno, la coalición entrará en contradicciones.
–No la comparto. Hay una gran madurez en nuestras organizaciones políticas. Esto era el Frente Amplio. Después se sumó Espacio Progresista. Después, Nueva Mayoría.
–¿No es más un frente?
–La verdad, no sé qué es. Es una coalición, es un movimiento... Incluso en cada elección la gente va eligiendo proporciones diferentes. Una vez son unos, otra vez son otros. Ahora, según las encuestas, la primera minoría relativa dentro de la coalición será el Movimiento de Participación Popular. Es que la gente primero se identifica con la coalición, y después opta internamente.
–¿Por qué no hay en Montevideo un nivel de preocupación por la inseguridad como en Buenos Aires?
–Francamente no lo sé. Seremos más mansos... O quizá la fuerza de las organizaciones políticas ayuda como contención social.

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