EL PAíS › PARA WASHINGTON, DUHALDE COMPRO UN TICKET DE IDA
¿Quién se anima a frenarlo?
Por Maximiliano Montenegro
El presidente Duhalde está obsesionado con la posibilidad de volver a fijar el tipo de cambio, pero también lo desvela la posibilidad de liberar el corralito. Ambas alternativas son contradictorias. Una opción se juega por levantar el corralito con una fuerte intervención del Banco Central para domar al dólar “en algún nivel”, que no es actual, y evitar así caer en la hiperinflación. Ese plan tiene el aval del establishment financiero, y hasta podría contar con el respaldo del Fondo Monetario, si es que el Gobierno aceptara convivir con un tipo de cambio “recontraalto” y correr el riesgo de caer en otra híper. La otra alternativa es fijar el tipo de cambio alrededor de los 3 pesos y mantener cerrado con soplete el corralito. El problema es que el Fondo Monetario no acepta fijar el dólar a ese nivel, a menos que Duhalde le asegure que es un plan de transición, mientras convoca a elecciones y organiza su salida del poder.
Una de las antológicas confesiones del ex ministro Jorge Remes Lenicov durante su corta gestión fue cuando, hacia mediados de enero, admitió que el Fondo Monetario presionaba para el Gobierno liberara el tipo de cambio, abondonando la paridad oficial fija en 1,40 peso. Cuando el dólar superó la barrera de los 2,50 pesos, en Economía se percataron que no habría forma de controlar la estampida inflacionaria. Esa misma impresión copó la Casa Rosada y el Presidente empezó a llamar varias veces al día al titular del Banco Central, Mario Blejer, para que detuviera al dólar vendiendo reservas. Sin embargo, del otro lado, en Washington, presionaban para que el dólar buscara “su nivel de equilibrio”. Y esa precondición, en medio de la tortuosa negociación que abrió Remes con el FMI, disuadió al ex ministro de ensayar una nueva fijación del tipo de cambio.
Tras la caída de Remes, volvió a circular la versión de que Duhalde aprovecharía el momento para fijar nuevamente el tipo de cambio a un precio no mayor de 3 pesos. Economistas cercanos a Guadagni tantearon la viabilidad de ese plan a los ojos de Washington. La respuesta fue contundente: sólo cerraría si Duhalde quisiera estabilizar el tipo de cambio sólo por unos meses. Mientras tanto, debería llamar a elecciones y preparar el terreno para la conformación de un nuevo gobierno. A ese nivel del dólar, el Banco Central tendría que estar listo para perder una buena tajada de las reservas (¿5000 millones, la mitad de las reservas?), teniendo en cuenta hasta fin de año –contando “goteo” de cuentas a la vista y el déficit fiscal– habría que emitir unos 15.000 millones de pesos. Por supuesto, el menú incluye plan Bonex para plazos fijos. Cerrar con soplete las cajas de ahorro o más ajuste fiscal, provocaría más hiperdepresión.
La alternativa González Fraga sería más atractiva para Washington: liberar las cuentas a la vista y que “sea lo que Dios quiera”. Sin embargo, ¿a qué nivel del tipo de cambio habría que jugar las reservas para frenar el irresistible ascenso de la divisa que ocasionaría inundar de pesos la calle? El FMI sólo aceptaría con un nivel del dólar “recontraalto”, con una buena dosis de inflación que mejore las cuentas fiscales. El riesgo es la híper.