ECONOMíA › REPORTAJE A MYRNA ALEXANDER, REPRESENTANTE DEL BANCO MUNDIAL EN EL PAIS
“No es fácil ubicar ahora a la Argentina”
En una entrevista con Página/12, la funcionaria del Banco Mundial insistió con que el gobierno de Duhalde está en el medio entre la voluntad de idear un proyecto de país y de ser irresponsable. Dijo que sin pasar por el FMI no habrá apoyo externo.
Por Cledis Candelaresi
“Debemos distinguir entre los gobiernos que tienen voluntad, aunque les falte capacidad institucional, y aquellos totalmente irresponsables a los que les falta un proyecto de país. En este caso hay que restringir el apoyo de los organismos multilaterales”, sentenció ayer la representante subregional del Banco Mundial, Myrna Alexander, ante el nutrido auditorio del Congreso Anual del Instituto Argentino de Ejecutivo de Finanzas. En diálogo con Página/12 sugirió luego que ubicó al trastabillante gobierno de Eduardo Duhalde a mitad de camino, aunque mucho más cerca de los reprobados de las administraciones que pueden acceder a esa codiciada ayuda financiera. A juicio de la funcionaria, el Plan Bonex sería un buen recurso para preservar la salud de lo que sobreviva del sistema financiero. Y afirmó que el acuerdo con el Fondo es necesario pero no suficiente.
En el medio de la actual crisis sin precedentes, el Banco Mundial desembolsó 100 millones de dólares para programas sociales destinados a las “áreas más críticas”. Fue ese el primer aporte de un paquete que debería sumar 1000 millones. Pero esa ayuda jamás llegaría íntegra, sin un respaldo del organismo que preside Horst Köhler a la gestión económica argentina. “Sería difícil para el Banco otorgar nuevos préstamos sin un cuadro macro claro, de situación fiscal y presupuestos definidos. Es algo de sentido común: somos un banco y necesitamos cuidar nuestra exposición en los países emergentes”.
Su intención no fue cuestionar sino señalar los presuntos progresos de los organismos multilaterales en su debate sobre las crisis financieras. Pero en su exposición pública, Alexander deslizó algo que bien podría considerarse una autocrítica de las más cáusticas. “Hubo un avance -admitió–. Ahora los funcionarios del Fondo y el Banco Mundial destinan menos tiempo a cócteles y fiestas y decidieron tomar en serio el tema de la nueva arquitectura internacional”.
–¿Usted cree que las decisiones del Fondo Monetario Internacional están politizadas y no se fundan en parámetros técnicos objetivos?
–Creo que no es tan así. En realidad, nunca existieron reglas demasiado firmes acerca de a quién hay que prestar y a quién no. Pero le recuerdo que el Fondo le presta a la Argentina desde 1958.
–¿En qué categoría está el gobierno de Eduardo Duhalde: de los que probaron su voluntad de hacer cambios y por lo tanto merecen ayuda o de los que están en la situación opuesta y por eso el Fondo Monetario Internacional se la retacea?
–Déjeme pensar. No es fácil ubicar ahora a la Argentina. Durante mucho tiempo de los ‘90 tenía un proyecto de país. El ex presidente Menem quería ser Primer Mundo y celebró compromisos en esta línea. El posterior (Fernando de la Rúa) también asumió compromisos en este sentido, pero con menos capacidad de lograr consensos. Ahora hay que tener pruebas de esa voluntad. Estamos esperando que el gobierno de Eduardo Duhalde asuma algún compromiso en ese sentido y dé luego las pruebas de que trabajará en esa dirección.
–¿Quiere decir que Duhalde aún no dio las pruebas de esa buena voluntad?
–Han hecho muchas cosas pero el Fondo está esperando otras, como, por ejemplo, las modificaciones a la ley de Quiebras.
–¿Es vital el apoyo del Fondo?
–El apoyo del Fondo abriría el camino para el crédito privado, para financiar exportaciones, para más préstamos del Banco Mundial y del BID. También abriría un camino para la renegociación de la deuda. Pero es un paso necesario pero en sí mismo no es suficiente para salvar a la economía argentina.
–¿Qué sería mejor en este momento: consagrar la confiscación de los depósitos con un canje compulsivo de plazos fijos por bonos públicos o dejar los bancos librados a su suerte?
–El problema es que el conjunto del sistema financiero está dañado. Algunos bancos van a sobrevivir y otros no. Los argentinos deben decidir qué tipo de sistema quieren. Si confiarán sus depósitos en los bancos y si éstos aportarán más fondos frescos. Hay que tener un sistema financiero.
–¿El Plan Bonex ayudaría a que sobreviva el sistema financiero, aunque sea más chico? Los bancos recibirían el beneficio de una cartera depurada, ya que se deshacen de títulos públicos incobrables y, al mismo tiempo, se los desliga de la obligación de devolver los depósitos...
–Como explicó el presidente Duhalde anoche (lunes) el sistema bancario tiene por un lado los créditos otorgados y por el otro los depósitos, más un margen de reserva que normalmente es de un 20 por ciento. Ningún banco podría devolver al mismo tiempo todos los depósitos que recibió. Por eso, el Bonex es una manera de suavizar la extracción de depósitos y darle tiempo a los bancos a que se recuperen. Es muy sano intentar ese balance y darle a la gente la posibilidad de recuperar sus depósitos en el futuro. Lamentablemente los ahorristas, que no tienen más confianza en los bancos, no van a tener chances de recuperar su dinero inmediatamente.
–¿La salida de la convertibilidad fue un elemento más en la actual crisis económica y financiera o fue un punto central?
–Es el factor más importante. Porque con el alto nivel de dolarización de la economía, la devaluación y pesificación tuvieron un impacto negativo muy importante.
–¿Habría sido mejor evitar la devaluación?
–El gran problema en este país es que los argentinos quieren tener depósitos en dólares pero, al mismo tiempo, sus ingresos son en pesos. Eso genera un desbalance entre las expectativas de la gente y la realidad de la economía.