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Horacio Rosatti no deja de responder los llamados de sus amigos, que se obstinan en saludarlo y acompañarlo en su decisión. Son las 23.50 del lunes. Se sabe ex ministro. No tiene rencores ni ambiciones rimbombantes. Dice estar muy tranquilo y orgulloso de la resolución que tomó horas atrás. Y aunque se le intente sacar una respuesta diferente, no va a ceder. “No hay que hacer lecturas conspirativas. Me voy porque quiero estar con mi familia. ¿Tan difícil es entender eso?”
–Es que ése no suele ser un argumento que se utiliza en política.
–Puede ser. Pero yo estoy tranquilo con mi conciencia. Todos nos equivocamos en algún momento. Pero yo hago todo de buena fe. Y voy a morir siendo así.
–¿Nadie le pidió que renuncie?
–Nooooooooooooo. Los plazos de la renuncia no se consensúan. Eso lo decido yo.
–Kirchner pensaba reemplazarlo tras las elecciones. ¿No le habrá molestado al Presidente que le gane de mano?
–...no creo. El Presidente está en las cosas importantes. Y en los grandes temas. Sería subestimarlo. Tiene un nivel de popularidad impresionante. Y además lo hubiese manifestado en nuestra conversación de hoy (por ayer). Y el registro de la conversación fue bueno.
–¿Qué hablaron?
–Fue una conversación afectuosa. Le dije que quería estar más con mi mujer y mis cuatro hijos, con las mellizas, que son las más chicas, que tienen 13. Acá no tenía vida social, quería estar con mi familia.
–Kirchner deseaba que usted fuera candidato a diputado en Santa Fe.
–Pero no fue una afrenta decirle que no. Somos todos adultos. Cada uno elige su destino. Y mi decisión tiene que ver con mi proyecto de vida. Yo soy imprescindible para mi familia, pero no para la política. El Gobierno funcionará sin que yo siga como ministro y el peronismo santafesino va a seguir viviendo sin que sea candidato.
–Cerca de Kirchner se enojaron con su decisión.
–Mire, en este momento, que yo vea a mi familia un día y medio por semana no me hace ninguna gracia. Esa es la realidad, lo demás son interpretaciones.
–¿Kirchner no le hizo ningún planteo? Le digo porque usted sabía de los tiempos laborales antes de asumir.
–Yo le dije: “Te vengo a traer la renuncia y estoy orgulloso de haber trabajado con vos”. Después recordamos cómo había sido este inicio de colaboración donde me pidió que se normalizara la relación del Poder Judicial. Los propios magistrados dijeron que había una relación de respeto, la propia asociación de funcionarios y magistrados lo dijeron.
–¿Y el Presidente qué le dijo?
–Me dijo: “¿Qué vas a hacer?”. Y yo le dije: “Voy a ejercer la profesión en Santa Fe y Buenos Aires”. Y después le dije que nos siguiéramos viendo. Les deseé lo mejor a él y a Cristina, a quien conozco desde la Constituyente del ‘94. Nos despedimos con un fuerte abrazo.
–Suena emotivo.
–Sabe, cuando él me pidió que me incorporara al gobierno yo era candidato a gobernador de Santa Fe. Y hubiese ganado la elección porque había ley de lemas. Además, le recuerdo, fui el primero en la provincia que adhirió a la candidatura presidencial de Kirchner. Cuando el Presidente me incorporó como procurador del Tesoro de la Nación, me dijo: “Mirá Horacio, yo nunca te voy a pedir que vos dictamines en un sentido u otro un expediente, y desautorizo a cualquier ministro que lo haga en mi nombre”. Nunca me llamó el Presidente para insinuarme o incidir en algún dictamen mío.
–Veo que lo respeta. Pero Kirchner esperaba que usted aceptara la candidatura.
–Puede ser. ¿Pero usted no tiene hijos? No le da ganas de verlo mucho más que un día y medio por semana.
–¿Cómo se lleva con Alberto Fernández?
–Yo me llevo... con todos los ministros de la misma forma. Con algunos tengo más simpatía por relaciones en términos funcionales, como con Lavagna.
–¿Cómo le cayó el nombramiento de Iribarne?
–Lo traté poquito.
–¿Qué es lo que no pudo terminar de hacer como ministro?
–Ufff.. la sanción de juicios por jurado. Me hubiese gustado que salga esa ley. La ley de protección integral del menor, el proyecto de reforma del Código Penal...
–Ahora va a poder ir a ver al Boca de sus amores.
–Y sí, antes ni eso, porque el único tiempo libre, el fin de semana, iba a ver a mi familia.