EL PAíS

La hipótesis Néstor, el breve

Por S. M.

El 7 de marzo de 2004, en una nota titulada “¿Qué 2007?” se dijo aquí que ya entonces Kirchner contaba a sus colaboradores más estrechos y a algunos no tanto, que no reelegiría en 2007. La hipótesis corre ahora en el Gobierno, no ya solamente por iniciativa del Presidente. Los pocos que intervienen en las discusiones más profundas del poder han comenzado a lucubrar, con el patagónico, tales posibilidades como una chance cierta. ¿Cuál sería el sentido de esta retirada anticipada, impensable en la conducta de cualquier político tradicional? Precisamente, quebrar esa gimnasia que guarda una relación estrecha con el divorcio de la sociedad y la política en la Argentina. El espíritu de permanencia, valor central de la mayoría de la dirigencia política argentina, ha sido nocivo para la salud del sistema de representación político. Supo levantarse ante ese apotegma la barricada del “que se vayan todos” de diciembre de 2001. Si bien morigerado, algo de ese espíritu queda como sustrato entre los habitantes de la patria.
“Unos quieren quedarse, otros perdurar; nosotros queremos pasar a la historia”, dice a este diario un colaborador estrecho de Kirchner, que habló este tema con él. El sueño broncíneo se cuela en el aliento del confidente de Página/12. El funcionario revela que el asunto se está discutiendo intramuros del Gobierno y que el principal impulsor del debate es el propio Presidente. El motor de su decisión –aún inconclusa– guarda relación con la idea de rediseñar la cultura política del país.
Parece una faena, amén de ímproba, improbable. “La idea de no repetir otro mandato es romper con el síntoma argentino de que todos se quieren perpetuar en el poder y en sus intersticios. Debemos dar ejemplos si queremos cambiar la forma de hacer política en este país”, sostiene el contertulio de este diario.
Kirchner ha expresado más de una vez a sus allegados que pretende impulsar el rediseño del sistema de partidos en la Argentina, algo que no depende solamente de él, y ver nacer otra dirigencia, más joven, menos contaminada, más apegada a la buena gobernanza. “En dos años (casi lo que resta hasta el 10 de diciembre de 2007) se puede generar una nueva dirigencia, que ya está, que va creciendo, pero nueva. Nosotros surgimos en tres meses, ¿por qué no vamos a poder hacerlo en dos años? Es muy difícil, pero se puede”, ensaya una de las primeras espadas del patagónico.
“Si conseguimos cambiar la estructura política, marchar hacia el reacomodamiento de los dos polos políticos (centroizquierda y centroderecha), mantener el esquema económico de alto superávit, crecimiento económico a partir del desarrollo industrial y productivo, con incremento de reservas, entonces podremos dejar la presidencia en 2007, tranquilos”, ensaya otro colaborador presidencial que está al tanto de lo que se discute en el primer piso de la Rosada.
Sin embargo, hay ministros y hombres cercanos a Kirchner que sostienen que, a pesar de los deseos del sureño (que ya nadie niega), no va a poder volverse a la Patagonia. “No va a poder, los hechos le van a imponer que reelija, el país lo va a necesitar porque no creo que terminemos la tarea que queremos hacer en sólo dos años”, colige uno de los hombres citados.
Hace una semana, otro cercanísimo colaborador presidencial había dicho a Página/12 que esta discusión debía darse a partir de diciembre de 2006. Acaso como ejercicio intelectual, ya ha comenzado.

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