Mar 29.11.2005

EL PAíS • SUBNOTA

Una despedida inesperada

› Por David Cufré

“Viva Argentina”, dijo Roberto Lavagna para cerrar la conferencia de prensa en la que anunció su renuncia como ministro de Economía. Pareció, al mismo tiempo, la expresión de un candidato que ya está en campaña para “llegar en política lo más alto que pueda”, como confirmó a Página/12 uno de sus fieles colaboradores. En el Palacio de Hacienda ayer había una palpable sensación de derrota. Había desencanto y bronca. También había funcionarios tratando de saber si serán ratificados en sus puestos o terminarán desalojados como su ex jefe. El corazón del equipo económico, en cambio, comunicó su salida inmediatamente. Nadie podía terminar de digerir que Néstor Kir-chner los hubiera echado, aunque lo esperaran.
El desenlace se produjo en una reunión entre el Presidente y Lavagna en la Casa Rosada a las 11 de la mañana. Dos horas después, el Ministerio de Economía difundió la carta manuscrita de la renuncia. Allí dejó sentado que la decisión fue de Kirchner: “Atento a su deseo de introducir cambios postelecciones, pongo a su disposición el cargo”, escribió Lavagna. “Le deseo, en lo personal, lo mejor y ansío que tenga toda la inspiración para luchar, como lo hemos hecho, por un futuro mejor”, agregó. Por último, remarcó que “la oportunidad está al alcance de la Argentina y esta vez no debemos dejarla pasar”.
La denuncia de Lavagna del último martes sobre la cartelización de empresas constructoras que contrata el Gobierno para obra pública fue un mensaje de despedida. Pero no fue por decir eso que se haya tenido que ir. A esa altura el ministro ya no tenía dudas de que le quedaba poco tiempo en el gabinete y buscó anticiparse a la movida de la Casa Rosada. Para su futuro político, era mejor marcharse dando pelea.
Además, en Economía dicen conocer que el kirchnerismo preparaba una “operación mediática” contra uno de los funcionarios del riñón del lavagnismo, el secretario Legal, Eduardo Pérez. “Después de las elecciones tuvimos que soportar muchas operaciones de prensa”, acusó uno de los integrantes del equipo económico ante este diario. La embestida contra Julio De Vido, cuya cartera negocia con las constructoras, fue una respuesta en los mismos términos.
En la conferencia de prensa de ayer, Lavagna prefirió cerrar ese capítulo de peleas, que lo desgastaba tanto a él como al Gobierno. “Hoy más que nunca tenemos que ponernos por encima de las pequeñas miserias, las versiones, las maniobras y contramaniobras”, exhortó. Esa actitud no alcanzó para disimular su enojo. Lavagna no hizo ningún reconocimiento a Kirchner y, en cambio, dedicó los primeros minutos de su aparición ante el país para agradecer la tarea del personal del ministerio al frente de la oficina de Atención al Público. “Hoy a las cuatro de la tarde iba a informar las mejoras que logramos en esa área”, detalló. “Como ya no voy a poder hacerlo, aprovecho este momento”, agregó, con su acostumbrada ironía.
Su explicación de por qué tuvo que renunciar fue que Kirchner “consideraba que debía empezar una etapa distinta y una de las consecuencias lógicas era que yo pusiera mi cargo a disposición, cosa que hice inmediatamente”. “El Presidente –agregó– tuvo un resultado electoral importante y toma una decisión en función de ese resultado. Es perfectamente legítimo y no hay que hurgar más en ningún tema conflictivo”, completó. A pesar de esa afirmación, luego se permitió una estocada contra Kirchner. Se remontó al tiempo de la campaña electoral “de la que yo no participé porque por momentos tuvo un tono un poco elevado y además tocaba a un ex presidente (Eduardo Duhalde) con quien yo había trabajado y no es mi costumbre comportarme indignamente”.
La versión coincidente que entregaron figuras cercanas al kirchnerismo y al ex ministro de Economía sobre las razones de fondo de la renuncia fue la discrepancia entre ambos sobre cómo afrontar el problema de la inflación. El Presidente estaba disconforme por la falta de voluntad de Lavagna para avanzar contra los sectores concentrados de la economía que actúan como formadores de precios, mientras que el ex titular de Hacienda consideraba necesario reforzar el control del gasto. También coincidieron en que existían diferencias sobre la velocidad y profundidad de las medidas a encarar en materia de distribución del ingreso.
Una vez comunicada la renuncia, Lavagna pasó varias horas en el ministerio para despedirse de su equipo y para atender llamadas de muy variadas personalidades. Una de ellas fue de Rodrigo Rato, el titular del FMI. Otra fue de Armando Cavalieri, el secretario general del Sindicato de Empleados de Comercio. También se comunicaron el embajador de Estados Unidos, Lino Gutiérrez; el vicecanciller de Brasil, Samuel Pinheiro Guimaraes; el canciller de México, Luis Derbez, y el ex presidente del BID Enrique Iglesias. Entre los llamados se intercalaron los del canciller saliente, Rafael Bielsa; del titular del Banco Central, Martín Redrado, y de una variada gama de empresarios.
Lavagna tuvo una despedida íntima de su equipo. Junto con él se van Guillermo Nielsen, Leonardo Madcur y Pérez, mientras que permanecerían Miguel Peirano, Federico Poli, Carlos Mosse y Alberto Abad. El ministro saliente también dedicó unos minutos a un encuentro protocolar con Miceli, quien fue su protegida y a quien llevó a la función pública en 2002. “Nos vamos con laureles, con el reconocimiento de la población, de los empresarios y a nivel internacional”, se consolaba uno de los funcionarios salientes mientras veía cómo Lavagna saludaba uno por uno a sus ex colaboradores y a personal de segundas y terceras líneas del ministerio, quienes le dedicaron varios aplausos.

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