No dice que la papelera no va a contaminar, sino que “no va a repercutir de forma irreversible sobre el medio natural”. Tampoco, que no habrá mal olor: cuidadoso de cada una de sus declaraciones, lo que dice es que el hedor no va a sentirse en Gualeguaychú. Emilio Rodríguez, director general de la papelera M’Bopicuá, la fábrica de pasta de celulosa que el grupo empresarial ENCE instalará en Fray Bentos, defiende el proyecto con un argumento basado en lo legal: “La tecnología que vamos a usar está calificada por la legislación europea como la mejor disponible”, señala. Rechaza, además, que el sistema totalmente libre de cloro (TCF) que reclama Greenpeace sea más limpio. “Desde el punto de vista ecológico, ese sistema y el nuestro son lo mismo”.

–ENCE sostiene, entonces, que no va dañar el ambiente.

–Sostenemos que los valores que estamos obteniendo en nuestras fábricas, como es el caso de la de Huelva, que está utilizando la misma madera, tiene unos valores que están por debajo de las exigencias de la Unión Europea, incluso de las que entrarán en vigencia en el 2007.

–¿ENCE garantiza que no va a contaminar?

–Lo que estamos poniendo a disposición de las autoridades y el público son los valores que hay en el estudio de impacto ambiental. Esos valores son inferiores a los más exigentes de la Unión Europea y, por lo tanto, con criterios de que no va a repercutir de una forma irreversible sobre el medio natural.

–Uno de los temores manifestados en Gualeguaychú es que los deshechos de la papelera provoquen enfermedades como el cáncer, afecten la producción agrícola, la de frutas y verduras.

–Pues con los valores que tenemos, y cumpliendo las exigencias de la Unión Europea, podemos decirle que no va a ser así.

–La planta va a procesar medio millón de toneladas de celulosa por año. ¿Tiene su empresa otras fábricas de este tamaño?

–La magnitud de la planta no es muy grande. Un tamaño de 500 mil toneladas es medio/bajo, intermedio dentro de las plantas que se instalan en el mundo. La última planta que se instaló en Brasil está entre 700 mil y un millón de toneladas. Son las unidades que se hacen ahora.

–¿Dónde están esas plantas?

–En el estado de Bahía, Brasil, la planta Veracel (de capitales suecos y finlandeses). La última en abrir fue la de Stendal (en Alemania), que ha sido inaugurada por el presidente de la Nación y por un gobierno entre los cuales están los verdes. Tiene el mismo proceso que se va a utilizar aquí. Quiero hacer una aclaración porque en muchas publicaciones hay una confusión técnica respecto de la tecnología, calificando equivocadamente al proceso Kraft como libre de cloro elemental. El Kraft es un proceso de producción y no de blanqueo. La pasta de celulosa obtenida con esta tecnología debe blanquearse, para lo que existen tres métodos posibles: el con cloro, el ECF (que usará ENCE) y el TCF. Tanto el blanqueo ECF como el TCF son libres de cloro. El ECF (elemental chlorine free) es libre de cloro elemental y el TCF (total chlorine free) es libre de cloro y de compuestos del cloro.

–Greenpeace propuso que la planta adopte para el blanqueo el TCF, sin ningún compuesto de cloro. ¿Por qué lo rechazó ENCE?

–En las leyes de la Unión europea, nuestra tecnología, la ECF, es la que más penetración en el mercado está teniendo, al punto que algunas fábricas libres de cloro (TCF) han cerrado. Digamos que en los últimos años la fabricación de pastas libres de cloro está bajando, mientras que la fabricación con la tecnología que vamos a tener aquí está subiendo, ¿por qué? porque las dos son consideradas equivalentes desde el punto de vista medioambiental por los legisladores. Entonces, desde el momento en que la tecnología ECF adquirió el mismo nivel de reconocimiento ambiental que la TCF, el papel ECF ha tenido mucho más atractivo para los clientes. Eso ha hecho que se hayan cerrado algunas plantas TCF en Europa. Son equivalentes desde el punto de vista ambiental, pero el papel ECF es de mejor resistencia y más blancura.

–Es un tema de ventas.

–Pero en primer término está lo ecológico: son equivalentes.

–El gobierno argentino criticó a Uruguay por no responder cuestiones claves sobre cómo van a tratar los desechos industriales.

–El proyecto de la planta está en línea en la Web para todo el mundo. La aprobación del gobierno uruguayo y el estudio de impacto ambiental también lo están, y el Banco Mundial ha hecho además su informe.

–Además del problema del agua, se ha señalado el de la lluvia ácida.

–Se ha dicho muchas veces; lo que nosotros respondemos es lo que ya está en los libros: el combustible que usa la fábrica es la corteza de la madera, y la madera no tiene azufre, o tiene muy poco azufre. Por eso hay ausencia de lluvia ácida.

–El alcalde de Pontevedra, donde funciona una planta de ENCE, dio un panorama muy distinto. Denunció que la planta sí contamina.

–No sé qué razones tendrá.

–Usted niega, entonces, que los daños que sufre Pontevedra los origine la planta, ¿o lo acepta?

–La fábrica en Pontevedra está cumpliendo toda la legislación, y está preparada para la nueva legislación europea que entra en vigencia en el 2007. Le digo más: está trabajando con el sistema TCF. Entonces, hay una contradicción en lo que piden.

–Uno de los reclamos en Pontevedra es el olor a huevo podrido. ¿Qué va a pasar acá?

–ENCE tiene fábricas situadas a distancias diferentes de los núcleos de población. Hemos utilizado el diseño que hay en Huelva, que está a 12 kilómetros de la capital de la provincia, y hemos elegido el punto de situación de esta fábrica a 16 kilómetros. En Huelva nunca ha llegado ninguna denuncia; ni siquiera en las condiciones de arranque y parada, que es cuando tiene repercusión el olor. Gualeguaychú está a más del doble de distancia de Fray Bentos, con lo cual le puedo asegurar que no se va a sentir mal olor.

–Si hay contaminación, ¿la empresa va a resarcir a quienes la sufran?

–La empresa está tomando todas las medidas para que eso no suceda. Por tanto, frente a lo que no sucede, no tenemos ningún miedo.