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“Vergüenza”, fue la palabra que más veces repitió el gobernador Felipe Solá durante la ceremonia de asunción de Juan Pablo Cafiero como ministro de Seguridad y Justicia de la provincia. El antecesor de Cafiero, Luis Genoud, debió irse como consecuencia de la brutal represión del miércoles pasado que dejó como saldo las muertes de los militantes piqueteros Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. “Este no es un acto alegre, pero no podemos renunciar a la esperanza”, se esperanzó Solá y dio paso a Juampi su carta para salir de la complicada situación en que lo dejaron los asesinatos. El nuevo ministro optó por asumir con un discurso casi técnico, pero terminó con una frase con la que quiso marcar un antes y un después: “El poder político y la policía deben ser garantes del ‘nunca más’ en la República Argentina y particularmente en la provincia”.
Solá improvisó sus palabras. Buscó mostrar tanto su pesar por las muertes de la semana pasada como de cuidar las sensibilidades de los jefes policiales sentados a la derecha del salón Dorado de la Gobernación, escenario de la ceremonia. En un primer momento se evaluó que el acto se hiciera en la escuela de policía Juan Vucetich, pero después –por consejo de asesores– prefirieron ir a lo tradicional.
“Estamos llenos de vergüenza e indignación”, sostuvo el gobernador, que habló del “triunfo del matonismo asesino, la creencia de que iba a haber impunidad”. Solá volvió a mostrar que todavía tiene una interna abierta con el gobierno nacional por la represión. “Contribuyen desde el Estado quienes creen que esto se soluciona con patotas o matonismo”, remarcó.
La ceremonia comenzó a las 10.30. Además de Solá y Cafiero, sobre el escenario estuvieron el saliente Genoud y los presidentes de las legislaturas provinciales. Entre los invitados hubo algunos compañeros de Cafiero que quedaron a un lado y al otro del Frepaso, como los diputados Darío Alessandro, Rodolfo Rodil y Nilda Garré, el senador provincial Eduardo Sigal y el intendente de Morón Martín Sabbatella. Había varias sillas destinadas a Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, pero no aparecieron por allí.
En cambio, sí estaban quienes formarán parte del equipo con el que desembarcará Juampi en su nueva función. Entre ellos, Marcelo Sain, Chiche Estévez, Gustavo Galan y Juan Chameto. También confirmó a Diana Conti, que ya lo venía acompañando en la vicejefatura de Gabinete. Lo curioso es que la semana pasada Conti había recibido, en su condición de segunda candidata, la banca de senador que dejó vacante Raúl Alfonsín. “Diana prefiere el trabajo ejecutivo”, explicaban ayer la decisión de la ex frepasista, quien optó por un trabajo de unos meses en la provincia a cambio de una banca en la Cámara alta hasta 2005. Sin embargo, había quienes hablaban de presiones del radicalismo para que ese lugar continuara siendo ocupado por un hombre de su partido.
Solá enumeró las causas que lo llevaron a designar a Cafiero, entre las cuales eliminó expresamente la buena relación que armó con algunas organizaciones de piqueteros. Convicción moral fuerte, conocimiento del medio, comunión de ideas, valentía y probidad.
Cafiero llevó su discurso escrito por las dudas de que le volviera la afonía que sufrió el día anterior. Entonces tenía previsto darle su mensaje al locutor para que lo leyera, pero no fue necesario. Básicamente, el flamante ministro insistió en la necesidad de un liderazgo civil fuerte pero descartó que el nuevo superintendente pueda no ser policía. “Para civil estoy yo”, respondió. Vale una aclaración: para Solá y Cafiero no se puede nombrar a la policía de la provincia como “La Bonaerense” o al superintendente policial como “jefe”. “Esas denominaciones quedaron atrás”, responden. “No debe haber impunidad para el delito, provenga de donde provenga”, anunció el ministro antes de partir hacia la sede de su nueva oficina, en 2 y 51, lugar que hasta ayer ni conocía.