Uno de los capítulos del informe del Inecip está dedicado a la responsabilidad de los medios masivos de comunicación en la sensación de inseguridad. “La conexión es estrecha”, sostiene el texto. Y agrega que “la amplificación de la sensación de inseguridad y alarma social, la noticia de último momento tiene profundas consecuencias que afectan directamente el tejido social: criminaliza la pobreza, estereotipa determinadas conductas delictivas (el secuestro expres, un fenómeno exclusivo del Gran Buenos Aires, ha sido amenaza exportada en varias localidades del interior del país), alimenta el mercado de la privatización de la seguridad pública en diferentes alternativas de protección autosuministrada o rentada (compra de arma de fuego para defensa personal, alarmas, seguridad privada, etc.) y extrapola realidades culturales diferentes a ámbitos comunes (cultura armamentística heredada de procesos sociohistóricos de reciente resolución o nacidas de la mano del empoderamiento del hombre arraigado en tradiciones machistas). Entonces –añade–, surge la violencia como expresión de la fuerza individual nacida de la pérdida de espacios y la ruptura de los lazos sociales, volviéndonos cada vez más temerosos e incrementando el círculo vicioso de reproducción y profundización.”