Jueves, 31 de mayo de 2007 | Hoy
EL PAíS › SIN GNC EN CAPITAL
Los carteles con la frase “No hay GNC” y las cintas rojas y blancas cruzadas en las entradas de las estaciones porteñas se repartieron ayer la tarea –ingrata para un hombre– de avisar a los taxistas sobre la falta del combustible más preciado en ese rubro. En las primeras horas de la mañana, los choferes pusieron el grito en el cielo. Con el paso de las horas, muchos se empezaron a resignar y comenzaron a buscar alternativas: algunos cruzaban la General Paz para cargar en provincia –donde sí se surtía– y otros corrían la perillita para hacer funcionar el auto con nafta o gasoil. Algunos, más enojados, se juntaron en grupos y realizaron cortes de tránsito en varios puntos de la ciudad para protestar por la situación.
La tarde encontró una Buenos Aires escasa de taxis. A simple vista se notaba un número menor a lo normal de los autos negros y amarillos, y para la noche, subirse a uno de ellos se transformó en una misión más que complicada. Según estimaciones, durante todo el día circuló sólo un tercio de los 40 mil taxis porteños. “Le estoy cargando los últimos veinte pesos de nafta del día. Lo que pasa es que sale 2 pesos el litro, y así no hay rendimiento posible. Ahora encaro para mi casa y solamente subo pasajeros que vayan para ese lado. Cuando llego allá, lo guardo y no lo saco hasta que se vuelva a vender gas”, contó Rubén Aguirre apenas pasadas las 19, mientras esperaba que el playero de la estación de servicio ubicada en Paraguay y Rodríguez Peña terminara con su auto.
Las playas de la mayoría de las estaciones de GNC estaban repletas de taxis estacionados, cuyos choferes esperaban allí alguna novedad. “La única solución es ir para provincia, lo que pasa es que muchos no se animan porque no conocen esa zona. Pero es una cosa de locos. ¿Cómo van a vender de la General Paz para allá y no de este lado? Yo laburé a nafta y a media máquina”, se quejó Adolfo, que limpiaba la luneta de su utilitario y, misterioso, prefirió no dar su apellido. Cuando la ilusión de buenas noticias se comenzó a disipar por el paso de las horas, varios grupos arrancaron sus autos (con nafta) y los utilizaron para bloquear el tránsito en diversos puntos de la ciudad. Los cortes más grandes se produjeron en Juan de Garay y Entre Ríos, México y Carlos Pellegrini, y Lima y Humberto Primo, esquina en la que se formó un gran embotellamiento entre las 17 y las 19, sobre todo en el acceso a la autopista 25 de Mayo, en dirección hacia el oeste.
Es que hasta a los pocos prevenidos que habían llenado sus tanques el martes pasado –antes de que a las estaciones llegara el fax de Metrogas que decretó la prohibición de vender el combustible gaseoso–, al mediodía ya se les había agotado. “Sigo trabajando para no perder el día, pero lo cierto es que así perdemos plata con respecto a un día normal. Voy a seguir un rato más y después corto”, aseguró ofuscado Oscar Mendizábal, antes de subir a su auto y pegar un portazo de bronca como los que él y sus colegas les ruegan siempre a los usuarios que no realicen.
De todas formas, para muchos el paso de la perillita de GNC a nafta no fue solución. Como cualquier mecánico advierte, para que un auto al que se le agrega un tanque de gas no pierda la capacidad de funcionar a nafta, periódicamente se lo debe utilizar –al menos un rato– con ese combustible. Muchos de los que no cumplen con ese consejo se dieron cuenta ayer de su error. Pasado a nafta, el auto no respondía. Y GNC no había más. Sin elegirlo, ellos formaron en buena parte el lote de taxis que quedó guardado. El mismo lote que ayer, con su ausencia, permitió ver las calles de Buenos Aires curiosamente despobladas.
Informe: Eugenio Martínez Ruhl.
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