Por cada aborto que termina con complicaciones que demanda atención hospitalaria, hay siete que no la requieren. Esa fue una de las conclusiones del estudio encargado por la Comisión Nacional de Programas de Investigación Sanitaria (Conapris) al equipo encabezado por las investigadoras Edith Alejandra Pantelides, del Conicet y el Centro de Estudios de Población (Cenep), y Silvia Mario, del Instituto Gino Germani de la UBA.

El objetivo principal del estudio, cuyos datos reveló Página/12 en junio, fue estimar la magnitud del aborto en la Argentina: aplicando dos métodos científicos validados internacionalmente encontraron que anualmente se producen en el país entre 460 mil y 600 mil interrupciones voluntarias de embarazo: casi un aborto por cada nacimiento registrado en la Argentina.

La cifra de hospitalizaciones por aborto –un total de 68.869 mujeres en 2005– es una arista del problema pero alcanza a mostrar la punta del iceberg: da cuenta de las mujeres que sufren las consecuencias de la ilegalidad del aborto –sin contar las que mueren– y que, probablemente en la desesperación recurrieron a métodos inseguros para interrumpir un embarazo.