Domingo, 27 de enero de 2008 | Hoy
Por Eduardo Fabregat
Durante el encuentro del martes, CFK también reivindicó la negociación colectiva paritaria como una institución fundamental de la democracia. La cuestión es sobre qué base se realiza. Por más que el mensaje oficial niegue cualquier problema con las cifras del Indec, el gobierno entiende que nadie con algún poder para evitarlo vaya a tomarlas en cuenta para actualizar sus ingresos. Un acuerdo tácito es que la negociación salarial se hará sobre los valores reales. Pero como nadie los conoce con precisión, los más fuertes superarán el incremento de precios verdadero, al contrario de los más débiles. El resultado será un incremento de la desigualdad. La estructura del mercado laboral y el diagrama sindical que se le superpone son desalentadores. Según una muestra realizada por el Ministerio de Trabajo sobre 45.473 empresas con 10 o más trabajadores registrados y que en conjunto ocupan 2.057.620 personas, en 2005 sólo estaban agremiados el 37,2 por ciento de los trabajadores privados registrados en el país y sólo el 12,4 por ciento de las empresas tenían por lo menos un delegado (ver cuadro).
Pero estos datos se refieren al privilegiado universo de los trabajadores en blanco del sector privado. Si se los pondera por los distintos indicadores de afiliación de los trabajadores estatales y los nulos de los privados no registrados y de los cuentapropistas, sólo entre el 20 y el 25 por ciento de los trabajadores del país tienen protección sindical. Esto es menos de la mitad que en los gobiernos peronistas de mediados del siglo pasado. La diferencia se acentúa según el tamaño de las empresas. En la mitad de las grandes hay por lo menos un delegado sindical, pero esta proporción se reduce a un cuarto de las medianas y apenas al 7,5 por ciento en las pequeñas.
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