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“A los argentinos nos hace falta un Sandokán”

El actor Daniel Kuzniecka cuenta por qué adaptó al teatro la legendaria novela del italiano Emilio Salgari. Entusiasmado, prepara además una miniserie para televisión y un guión de cine.

 Por Silvina Friera

El escritor Emilio Salgari (1862-1911) no alcanzó en el mundo de las letras la jerarquía de Joseph Conrad. Sólo le complacía considerarse un émulo de Julio Verne, “su mejor discípulo”. En veinticinco años de carrera literaria, su nombre se popularizó en toda Europa (incluso tenía el extraño privilegio de ser leído por la realeza) con Sandokán, Los piratas de la Malasia y El corsario negro, entre más de las 250 novelas de aventuras que escribió (acosado por las exigencias de los editores), libros de cabecera que atravesaron inmunes todas las generaciones. Representante de una de las últimas oleadas de este fenómeno generacional, que resistió los embates de la inmediatez de la televisión y el cine, el actor Daniel Kuzniecka, admirador de las historias de héroes y de los personajes de ciencia ficción, cierra un círculo que comenzó cuando a los diez años leyó Sandokán, en su casa del barrio de La Paternal.
“Necesitaba bucear en los recuerdos y las impresiones de esa etapa de mi vida con la que me quedé muy fascinado. Hay una parte mía que todavía sigue jugando, que no termina de comprender los códigos de los adultos. El actor me permite disfrutar del juego, sin pruritos, como si fuera un niño”, comenta Kuzniecka que, todos los sábados y domingos a las 17 en el teatro de La Casona (Corrientes 1975), se sumerge en el universo fantástico de ese pirata “fuerte como un león, fiero como un héroe de la antigüedad, valiente hasta la locura”, pero capaz de arriesgarlo todo por una joven que lo ama.
La puesta en escena del espectáculo, protagonizado por el propio Kuzniecka (que también trabajó en la adaptación de la novela de Salgari), Gabi Golberg, Hernán Peña y Askiturba, se apoya en un ritmo vertiginoso, subrayado por las peleas con espadas, los saltos acrobáticos, los juegos de magia y el humor. Dirigido por Daniel Misses, que realizó una versión de este icono infantil de la piratería hace quince años, Kuzniecka sostiene que es imprescindible recuperar los relatos de héroes desde una perspectiva humanizadora, que depure a estos personajes de una visión idílica y maniquea. “Desde la sátira, estamos mostrando un Sandokán que, a pesar de ser un héroe, padece miedos como todos los mortales, es un ser vulnerable y temeroso, que en vez de paralizarse cuando algo no funciona, lucha por modificar esta situación”, explica el actor.
“A los argentinos nos hace falta un Sandokán”, dice Kuzniecka en la entrevista con Página/12. “Necesitamos imperiosamente volver a las fuentes, creer en algo, en esas historias de héroes, que no por casualidad son las matrices de todas las ficciones, conectarnos con los símbolos primitivos de los que hablaban los hermanos Grimm, que hoy nos provocan risa por burdos cuando los vemos en una novela, pero que hablan de la hazaña del alma, de cómo el ser humano atraviesa la aventura de vivir. Mi hijo, Ian, tiene cinco años y va a una escuela del Estado porque me interesa que entre en contacto con la realidad que lo circunda, no quiero que viva en una burbuja.”
Entusiasmado, el actor acaba de concluir los diez primeros capítulos para una serie de televisión, que tendrá como protagonista al personaje de Salgari y está finalizando un guión cinematográfico con el mismo fin. “Hicimos varias funciones para los chicos del comedor de Margarita Barrientos”, cuenta. “Más de mil chicos, que llegaron al teatro en micros pagados por los dueños de La Casona, que nunca habían estado en un teatro, no podían contener el asombro. Me emocionó ver cómo disfrutaban, cómo participaban y cómo estaban enganchados con la historia. Fueron funciones realmente maravillosas.”

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Kuzniecka plantea un Sandokán que duda y teme, pero sale adelante.
 
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