ESPECTáCULOS
Una farsa sobre fondo de Van Gogh
Hoy sube a escena, en el Colón, una nueva puesta de “L’elisir d’amore”, de Donizetti. Almerares y Giménez serán los protagonistas.
Por Diego Fischerman
“La puesta se apoya esencialmente en la imagen simple y despojada de una pintura de Van Gogh llamada La llanura de la Crau”, explica Carlos Palacios. Este régisseur y escenógrafo que en 1983 ganó el Premio Italia Luigi Pirandello, de perfeccionamiento en Dirección teatral y Regía lírica en la Scala y el Piccolo Teatro de Milán, otorgado por el Fondo Nacional de las Artes y el gobierno italiano, es el responsable de la puesta de L’elisir d’amore, de Gaetano Donizetti, que sube hoy a escena en el Teatro Colón. La imagen del cuadro de Van Gogh, dice, “contiene estructuralmente el lugar, la situación, el clima y el universo de narración de esta ópera romántica en plena armonía entre su paleta pictórica y la tonalidad musical. En el preludio, se muestra la pintura en forma integral y con el transcurso de la música, los personajes, primero estáticos, van cobrando vida. Otro elemento que se desprende del cuadro es el carro en el cual llega Dulcamara, que se desprende de la pintura y luego, con su partida, asciende y vuelve a fundirse con ella”. Sobre ese fondo, dos cantantes expertos en el bel canto, la soprano Paula Almerares y el tenor Raúl Giménez, darán vida a esta farsa que pasó a la historia, sobre todo, por un aria bellísima: “Una furtiva lágrima”.
La comicidad de la trama de esta ópera ejemplar del estilo descansa en los malentendidos provocados por un estafador que ofrece un infalible filtro de amor. El elixir no es otra cosa que vino tinto y, mientras tanto, una caprichosa campesina (que soñaba con los elixires a partir de su inflamada lectura de la leyenda de Tristán e Isolda) se empeña en rechazar a su enamorado hasta el preciso momento en que éste hereda a un tío y se convierte en el mejor partido del pueblo. El argumento, desde ya, no resiste análisis demasiado exigentes. Más bien, permite comprobar el grado de descalificación y prejuicio acerca de la supuesta simpleza e ingenuidad de los campesinos con que se divertían los burgueses italianos de principio del siglo XIX. Tampoco la orquestación es demasiado original ni atractiva. La ópera, en la época de Donizetti –y en manos de compositores como Donizetti– era un entretenimiento que se fabricaba casi en serie y que, en la mayoría de las ocasiones, era un refrito de algún título anterior que no hubiera tenido mucho éxito. Aun así, ese estilo de escritura vocal que la historia premió con el nombre de bel canto y en que lo ornamental y el lirismo de la línea melódica son fundamentales, bien vale pasar por alto estas cuestiones. En particular si se trata de escuchar a dos grandes intérpretes de este estilo.
El elenco, que se completa con Gustavo Gibert en el papel de Belcore, el sargento del pueblo, Luis Gaeta como Dulcamara, el estafador ambulante, y Carina Höxter como Giannetta (la amiga de Adina), alternará con el conformado por María Bugallo (Adina), Carlos Duarte (Nemorino), Omar Carrión (Belcore), Oscar Grassi (Dulcamara) y Eleonora Sancho (Giannetta). Con dirección musical de Reinaldo Censabella, esta versión de L’elisir d’amore contará con vestuario de Alicia Gumá, iluminación de Mauricio Rinaldi y la participación del Coro Estable –que conduce Alberto Balzanelli– y la Orquesta Estable del Teatro Colón. Estrenada en el Teatro della Canobbiana de Milán el 12 de mayo de 1832, esta ópera fue representada por última vez en el Colón en 1983. En esta oportunidad habrá funciones, además de la del estreno (en el Abono Nocturno Tradicional), el próximo domingo 29 (Abono vespertino), el martes 1º de octubre (Gran Abono), el miércoles 2 (Función para estudiantes), el jueves 3 (Abono Nocturno Nuevo), el viernes 4 (Función Extraordinaria), el sábado 5 (Abono Especial) y el domingo 6 (Función Extraordinaria).