ESPECTáCULOS
“Hoy es ridículo ponerle una etiqueta a la música”
Tras muchos años de dedicarse a tocar y arreglar para otros, y de componer canciones para televisión, Daniel García presenta el show “Tangoloco”, en que se da el gusto de hacer fusión sin prejuicios.
Por Karina Micheletto
Durante años, Daniel García hizo la parte de la música que no es protagonista sobre el escenario. Como compositor, arreglador y pianista aportó en trabajos con Lito Vitale, Rubén Rada, Lucho González, David Lebón, Pedro Aznar, el cellista Yo Yo Ma y Julia Zenko, entre muchos otros. También hizo la parte de la música que acompaña a lo que se ve en televisión: es el autor de las cortinas de “099 Central” y de “Ciudad de pobres corazones”, y de las músicas de ciclos como “Dulce Ana”, “La extraña dama 2”, “Mamá por dos” y los unitarios de Alejandro Doria, un trabajo por el que obtuvo un Martín Fierro a la mejor cortina con el tema “Con las alas del alma”, cuya letra escribió Eladia Blázquez.
De un tiempo a esta parte, García tomó la batuta y se largó a crear la música con la que más se identifica, el tango, tomando elementos del rock y el pop y mezclándolos a piacere. Así nació la agrupación Tangoloco, que completan Mono Hurtado en contrabajo, Horacio Montessano en guitarras, Cristian Colaizzo en batería, Pulga Luciani en bajo y Walther Castro en bandoneón. Tangoloco tiene un CD en el que participan Lito Vitale, los cantantes Rubén Goldín y Juan Darthés, el guitarrista Luis Salinas y el saxofonista Víctor Scorupsky, entre otros. El disco incluye versiones de la cortina de “099 Central”, con base de tango, una habanera, un “malamrock” y un “milonguerazo”: milonga con cacerolazo. “Son temas que compuse buscando recrear el sonido del Buenos Aires de hoy”, explica. Tangoloco se presenta los viernes a las 21.30 en el Club del Vino, donde seguirá actuando hasta fin de año. En el espectáculo participa Darthés, quien comparte un set de tangos clásicos. En cada noche hay invitados: el de hoy es el flautista Rubén “Mono” Izaurralde.
García tiene claro que esta etapa es una continuidad de la anterior. “Haber trabajado con tantos grossos ya era venir jugando en primera”, asegura. Pero esta vez maduró una decisión largamente esperada: “Tenía la necesidad de mostrar algo mío. Pero quería estar seguro de tener algo para decir”, explica. Tiempo atrás, García había grabado un trabajo solista, Del otro lado, cuyo arte de tapa lo muestra alejándose, de espaldas. “Se ve que iba para otro lado, no se sabía muy bien adónde”, se ríe, mostrando el disco que cuelga en una pared de su flamante estudio de Coghlan. Hay otros recuerdos en el estudio, al que García bautizó “MTT” (Música Todo Terreno). Fotos con sus hijas Laura y Elis (en homenaje a Elis Regina), junto a Charly García y Fito Páez, abrazando a un Rubén Rada que luce la camiseta de Newell’s (“acá lo desasociamos de Peñarol”, asegura). El lugar es la envidia de todo músico: además de una consola considerable, hay espacio y luz de sobra, paredes con piedras y maderas para que el sonido rebote de diferentes formas, y una ventana al jardín. “Todo lo que gano lo puse acá, y aún estoy pagando el crédito. Pero me di el gusto de tener el lugar que siempre quise”, cuenta.
–¿Cómo compuso la “milonga con cacerolazo”?
–Estaba en casa y escuché el sonido de las cacerolas, una cosa muy potente, como un impacto. Me impresionó el tempo frenético. Corrí a buscar un grabador, tomé el audio de la calle y compuse el “Milonguerazo”. No es una protesta, arranca arriba y en un momento hay un remanso, como cierto color de esperanza que anuncia que va a haber un cambio.
–¿Por qué decidió incursionar en el tango?
–Mamé de chico el género, vengo de una familia con músicos que me lo inculcaron. Mi tío, Tito Bisio, fue vibrafonista de Astor Piazzolla, y soy ahijado de Waldo de los Ríos. Y mi papá, Mito García, era arreglador y compositor, y fue director de Radio Splendid. Pero es cierto eso de que hay que tener una maduración para sentir el tango. Desde hace tiempo vengo trabajando en la fusión con otros estilos, porque creo que se necesita renovación. Mi maestro José Carli me decía: “Si no lo hacen ustedes, ¿quién lo va a hacer?”.
–¿Qué le dicen los tangueros?
–En general recibo buenos comentarios. Hasta ahora no tuve encontronazos con esos que acusan “esto no es tango”. Es que la música se universalizó de tal forma que es ridículo etiquetar. Para mí existe la buena música y la descartable; el resto es chamuyo. Yo sé que lo mío tiene algo que es renovador, pero asumo los riesgos.