ESPECTáCULOS › “EL LADRON DE ORQUIDEAS”, OTRO FILM NOTABLE DE SPIKE JONZE

Las confesiones de un inadaptado

Autoconsciente y feroz, la película del director de “¿Quieres ser John Malkovich?” desnuda los peores pecados de la industria hollywoodense. Los cortometrajes de “11/09/01”, en tanto, toman el atentado a las Torres para dar una visión que enfurece a Bush Jr.

 Por Martín Pérez

Un pensamiento tras otro. Eso es lo que llena la cabeza del hombre sentado a la mesa frente a una bella representante de un estudio cinematográfico, mientras una gota de sudor cae por su frente por cada uno de esos pensamientos que se suceden. El comienzo del mundo, la cadena evolutiva y sobre todo, su capacidad como guionista puesta en duda, todo cabe en esa cabeza que no deja de funcionar, y al mismo tiempo no deja que el hombre funcione como tal. Por eso murmura esto y aquello, sonríe tontamente y se zambulle conflictuado en el mar de su incapacidad. Mientras piensa, una y otra vez, “¿qué estoy haciendo sentado acá?”.
Lo que está haciendo Nicholas Cage sentado ahí, en el comienzo de El ladrón de orquídeas, es interpretar a Charlie Kaufman, el guionista detrás de aquella inquietante película-idea que desde su título se preguntaba ¿Quieres ser John Malkovich? Nuevamente reunido con el director Spike Jonze, El ladrón de orquídeas es el segundo opus del dúo creativo más autoconsciente, irreverente y delirante que ha dado el Hollywood más reciente, dedicado esta vez a agotar todas las (im)posibilidades de una adaptación de una novela al cine.
Titulada precisamente Adaptación en su idioma original, El ladrón de orquídeas es el libro para el que aquella bella representante de un estudio cinematográfico contrata al autoconsciente y sudoroso Kaufman al comienzo del film. Porque, antes que la novela en cuestión, lo que cuenta el nuevo film de Jonze es la imposibilidad de adaptar una novela al cine. Por culpa de Kaufman y del cine en sí mismo, como desvergonzada industria y como ambición artística y/o masturbatoria. Y cuyo título en castellano tal vez vendría a ser la venganza final del estudio, al hacer mención al título de la novela original y no al verdadero tema del film, que es la adaptación de esa novela.
Demostración bestialmente pedagógica de lo que realmente significa una adaptación cinematográfica hollywoodense, El ladrón de orquídeas es un film divertido, fascinante y avergonzante a la vez, cuyo título debería ser en realidad ¿Quieres ser Charlie Kaufman? Porque su trama se cuenta desde los zapatos del personaje más discursivo y quejoso que dio el cine desde Woody Allen, un Kaufman interpretado de manera contundente por un afeado Nicholas Cage, otrora héroe de superproducciones pero aquí decididamente antihéroe. Y por dos, porque a la hora de contar su sufrimiento cinematográfico Kaufman se inventó un hermano gemelo para que Cage también lo interprete en el film, que tiene toda la entusiasta e inconsciente seguridad que él no tiene. Un hermano gemelo inexistente, que sin embargo el martes fue nominado al Oscar al mejor guión adaptado por la Academia, ya que Kaufman (en una última vuelta de tuerca) firmó el guión de El ladrón de orquídeas a medias con su gemelo de película. Un hombre que acaba de pasar a la historia como el único personaje de ficción nominado a un Oscar.
Uno de los grandes logros de semejante ficción autocomplaciente es que, increíblemente, termina demostrando ser la mejor forma de adaptar (o no adaptar, en realidad) la novela en cuestión, un largo reportaje realizado por una periodista del New Yorker sobre un hombre obsesionado por las orquídeas. O, mejor dicho, obsesionado por la vida. La gran obsesión del guionista paralizado por su tarea es la de, según sus propias palabras, “permitir que la película exista, en vez de ser empujada por la trama”. Esa preocupación es la que dinamita su autoestima y lo lleva hasta la desesperación de recurrir a un especialista en guiones, que despotrica en contra de la voz en off justamente en una película repleta de voz en off. Mientras tanto, las lecturas que el sufrido guionista hace del libro que no puede adaptar corporizarán a sus personajes en pantalla, el ladrón en cuestión y la periodista que cuenta su historia (Chris Cooper y Meryl Streep, respectivamente, en dos grandes actuaciones).
Película entre paréntesis, autoconsciente hasta la exasperación y confesamente onanista, El ladrón de orquídeas termina siendo la crónica de una adaptación fallida. Y, a la vez, exitosa. Pero sólo dentro de sus propios y enfermizos términos. Así es como es posible, por un lado, asomarse a una nueva y feroz parodia del Hollywood más profundo, psicótico y ciego, proporcionada por la depresión y la euforia de ambos Kaufman; el real y el imaginario, respectivamente. Y, por otro lado, sumergirse en una lectura respetuosa, e incluso por momentos emocionante, de un texto literario que sólo es posible adaptar haciendo precisamente todo lo que su conflictuado héroe intenta evitar hacer a toda costa. Digno sucesor de ¿Quieres ser John Malkovich?, la dupla Kaufman/Jonze construyó un nuevo artefacto existencial que se contiene a sí mismo, y cuyo funcionamiento permite al mismo tiempo evitar la traición del texto original, y al mismo tiempo hacer lo que no hay que hacer. Que, dicho sea de paso, es lo único que sus responsables parecen decididos a hacer dentro de este negocio, una y otra vez.

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Nicholas Cage es un guionista que demuestra la imposibilidad de las adaptaciones cinematográficas.
 
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